Adamanto, u otras palabras similares son usadas para referirse a cualquier sustancia especialmente dura, ya sea una composición de diamante, alguna otra piedra preciosa o algún tipo de metal.
Adamantita y adamantium (un nombre metálico derivado de la terminación -ium del Neo-Latin) también son variantes comunes.
El adamantino ha sido, durante la historia antigua, referido a cualquier cosa que fuera hecha de un material muy duro.
Virgilio describe que el Tártaro poseía una puerta protegida por dos columnas de adamantino sólido (Eneida libro VI).
Bajo ese concepto, el nombre es frecuentemente usado en los medios populares y en la ficción para referirse a una substancia especialmente dura.