La historia de la educación en España está marcada por las luchas políticas y el progreso de las sociedades modernas. Se inicia a finales de la Edad Media , muy próxima al clero y a la nobleza, y durante el Renacimiento pasa al dominio de una pujante clase burguesa que protagoniza una incipiente ilustración en el llamado Siglo de las Luces . La Constitución de 1812 y el impulso de los liberales originan la educación contemporánea.
La romanización de Hispania supuso la creación de instituciones educativas. [1] [2] Las fuentes recogen la fundación por Sertorio , hacia el año 80 a. C., de una peculiar "academia" en Osca (Huesca) donde se educaba a los hijos de las élites locales.
Pero fueron los niños los que más los conquistaron. Pues los más nobles del pueblo se habían reunido en Osca, ciudad importante, y trajeron maestros de enseñanzas griegas y romanas y, de hecho, los utilizó como rehenes, pero con palabras los educó para hacerlos partícipes, cuando fueran hombres, del gobierno y del poder. Plutarco , Vidas paralelas . [3]
Se conservan restos arqueológicos de la llamada «Casa de Hipólito» de Complutum ( Alcalá de Henares ), datada en los siglos III y IV, escuela para jóvenes vinculada a la familia Anios, con usos lúdicos y educativos. [4] [5]
La Antigüedad tardía no supuso una ruptura total con la tradición romana, aunque en las instituciones educativas el efecto más importante fue su restricción al ámbito religioso cristiano, particularmente al monástico. [6] Se ha señalado la posible existencia de una escuela palatina en el Toledo visigodo, a la que pudieron asistir altos nobles, incluidas algunas mujeres. [7]
La presencia en la España medieval de las tres religiones monoteístas (judíos, cristianos y musulmanes) supuso también la existencia de instituciones educativas diferentes. [10] [11] [12]
Desde antiguo, las diócesis solían contar con escuelas anexas a la catedral, las escuelas catedralicias , cuya finalidad inicial era la de formar a los futuros sacerdotes, pero al ser el único centro de enseñanza, poco a poco fueron admitiendo también a personas seglares. En el siglo XIII, el rey Alfonso VIII de Castilla elevó la escuela palentina al rango de Estudio General (1212). Probablemente, el rey de León, Alfonso IX , fundó el Estudio General de Salamanca (1218), que sería llamado « Universidad » por Alfonso X el Sabio , en una fecha tan temprana (1253) que probablemente implicaría que habría sido el primero en llevar ese título.
La enseñanza en estas instituciones se desarrollaba en los recintos catedralicios y en edificios alquilados, pero también se fundaron colegios para preparar los exámenes universitarios, e incluso antes. En Salamanca, el primero fue el Colegio de Santa María de la Vega , de la Orden de Canónigos Regulares de San Agustín, fundado en 1166 [13] (con anterioridad a la fundación del Estudio General ) y en 1222 el Colegio de San Esteban . En 1401, el obispo Diego de Anaya fundó el primer Colegio Mayor , el de San Bartolomé , para estudiantes pobres, dotándolo de rentas suficientes para proporcionar becas. Anaya tomó como modelo el Real Colegio de España de Bolonia , fundado en 1364 por el cardenal Gil de Albornoz . Sucesivamente se fueron estableciendo otros colegios, tanto menores como mayores , casi todos con la misma orientaciónː de proporcionar educación a alumnos pobres y capaces.
Posteriormente se crearon otros Estudios Generales y Universidades.
En estos establecimientos se otorgaban sucesivamente los grados de Bachiller , Licenciado , Maestro (o Magister , lo que hoy se llama maestría) y Doctor . Su organización era bastante democrática: estaba encabezada por el rector, que era elegido por un año en elecciones en las que participaban los estudiantes, y que también podía acceder al cargo, aunque se trataba de un puesto nominal, algo así como el jefe de un Estado moderno, que no gobierna y es una figura casi decorativa. Presidía las ceremonias, otorgaba los grados... Pero su importancia dentro de la universidad era tal que, en las ceremonias académicas, solo el rey podía ocupar un lugar más alto en el podio. El gobierno real de la universidad lo ejercía el Maestro-académico, que contaba con su propia fuerza de policía e incluso con una prisión, ya que los estudiantes gozaban de un privilegio que impedía a las autoridades locales actuar contra ellos.
Abarca el periodo comprendido entre los siglos XVI y XVII, con un importante punto de inflexión a finales del siglo XVI. Si hasta entonces la universidad era una institución relativamente meritocrática (como se ha dicho, muchos de los colegios mayores y mejores estaban destinados a estudiantes pobres), el prestigio que conllevaba estudiar en determinadas universidades, especialmente los colegios mayores, hizo que éstas, y la propia universidad, estuvieran dominadas por estudiantes nobles. [14] Éstos hacían uso de diversas artimañas, como el sistema democrático en el funcionamiento de los Colegios o en la elección del rector e incluso exigían limpieza de sangre , algo que sólo podían acreditar quienes tenían antecedentes familiares, es decir, los nobles.
La educación española de finales del siglo XV y principios del XVI estuvo influida por el humanismo , promovido por los Reyes Católicos , que influyó en los miembros de la corte para que se dedicaran al estudio de las letras y se comportaran de forma acorde con su clase.
Los príncipes e infantes , junto con algunos niños de familias importantes, estudiaban en el aula real con los humanistas más reputados. Para ellos se escribieron numerosos tratados con el objetivo de educar a los futuros gobernantes. Su preparación se basaba en la educación física, pues los príncipes debían ser ágiles y líderes de ejércitos, se entrenaban en el salto, lanzamiento de jabalina , defensa personal, uso de la espada y la lanza, equitación y caza; en el estudio de los autores clásicos y de la historia. Pero aunque leían a los autores clásicos, se les inculcaba la admiración y el respeto a los santos, a las figuras cristianas y a Dios. También se les enseñaban modales, como la cortesía para la diplomacia o el comportamiento adecuado en las ceremonias. Los hijos de los nobles estudiaban en la escuela palatina dirigida por Pedro Mártir de Angiera , para después estudiar en las universidades y acceder a puestos burocráticos y administrativos. [15]
Las mujeres adquirieron una atención especial, pues se reconoció la importancia de su educación como preservadoras de la religión y la moral, lo que se reflejó en la redacción de diversos tratados. Juan Luis Vives escribió en 1523 uno de los tratados más renombrados: De la instrucción de la mujer cristiana , en el que la lectura religiosa adquiere un papel relevante en la educación de las mujeres. [16]
En la Edad Moderna , los hijos primogénitos heredaban las riquezas de sus padres, por lo que los hijos que les sucedían debían dedicarse a las artes, y así ingresaban en colegios o universidades. A ellos también asistía la baja nobleza, formada por los hidalgos (personas con títulos nobiliarios pero sin dinero). Era una época en la que la educación universitaria daba a las personas la oportunidad de ascender en la escala social y adquirir prestigio, ya que sus servicios y conocimientos eran requeridos por los reyes. Las universidades más importantes eran las de Salamanca , Alcalá de Henares y Valladolid . Las carreras que se estudiaban eran teología, jurisprudencia y medicina. También se enseñaba latín y artes liberales , que convivían con la tradición escolástica medieval. [17]
Sin embargo, a lo largo del siglo XVII, las ideas humanistas perdieron fuerza. [18]
Desde la Edad Media en España, existió una preocupación por potenciar el talento de aquellos con inteligencia. En 1401, el obispo Diego de Anaya fundó en Salamanca el Colegio Mayor de San Bartolomé para muchachos pobres, proporcionándoles una " beca " que incluía matrícula, alojamiento y manutención. Otros mecenas crearon escuelas con el mismo fin, entre ellas el Colegio de la Concepción de Huérfanos creado por Francisco de Solís Quiñones y Montenegro , médico, obispo y secretario personal del papa Paulo III , huérfano él mismo, que pudo estudiar gracias a la protección de una dama de la familia Maldonado. Dado el prestigio que suponía estudiar en estos colegios, a lo largo del siglo XVII fueron ocupados por estudiantes de mayor rango, desplazando a sus ocupantes naturales, los pobres.
En cuanto al resto de la población, la mayor parte de ellos eran analfabetos debido a que su adquisición de conocimientos era principalmente por transmisión oral o visual por parte de la Iglesia católica , mediante la predicación, la confesión, los espectáculos y las imágenes. Sin embargo, hubo prácticas que permitieron un aumento de la alfabetización de la población española a lo largo del siglo XVI. Las escuelas de primeras letras fueron promovidas por las órdenes religiosas y por los ayuntamientos, que impartían la enseñanza de la lectura, la escritura, los números y el catecismo. En las corporaciones , los niños y jóvenes eran aceptados para servir a los artesanos a cambio de que se les enseñara a leer, escribir y un oficio. [19] Por otro lado, también había maestros (clérigos o universitarios) que vivían en la casa del pupilo. [20]
Aunque se considera que en el siglo XVII se produjo un estancamiento de la educación debido a la desorganización y la falta de administración estatal, fue el siglo en el que los maestros empezaron a recibir un sueldo por parte del cabildo, se reguló su trabajo y horario y comenzaron a utilizar manuales y alfabetos. Al mismo tiempo, se formó una corporación de maestros en la que se controlaba la admisión y los intereses defendidos por la corporación no siempre se orientaban al beneficio de los alumnos. En cuanto a los niños, no existía un plan estatal para su educación, por lo que asistían a las parroquias, donde los sacerdotes (que no eran exclusivamente maestros, porque también realizaban otras actividades) les enseñaban a leer, hasta que fueron desplazados paulatinamente por los jesuitas . La situación económica de muchos niños les obligó a abandonar la escuela para trabajar y apoyar la economía familiar, aunque muchos de ellos recibieron educación y aprendieron a leer en las corporaciones a las que ingresaron. [21]
Orden religiosa fundada por Ignacio de Loyola en 1534. Sus actividades comenzaron, sin ánimo de enseñar, como residencias para jóvenes que asistían a la universidad. Empezaron a impartir teología y filosofía de forma paulatina e informal, con tendencia humanista. El Colegio de Gandía fue el primero de la orden, desde su fundación, en ser residencia, impartir clases y admitir alumnos externos; a partir de entonces y a lo largo del siglo XVI, comenzaron a fundarse colegios con este fin. A sus cursos de teología y filosofía asistían los hijos de familias adineradas, pero como las clases eran gratuitas, también asistían jóvenes humildes para aprender a leer.
La Orden de las Escuelas Pías , fundada por San José de Calasanz (1557-1648), sacerdote y educador aragonés, introdujo en la Europa católica del siglo XVII (Italia, Austria, Polonia, Eslovaquia...) y más tarde en España, la escuela popular gratuita y abierta a todos, especialmente a los más pobres. Las primeras fundaciones de los escolapios fueron en Barbastro (1677), Benabarre (1681) y Moyá (1683). En el siglo XVIII se fundaron en España 12 escuelas. Pero la demanda de escolarización que se hizo a las Escuelas Pías durante este siglo XVIII fue abrumadora. Están documentadas más de un centenar de peticiones de fundación de escuelas escolapias que no fueron atendidas por falta de personal escolapio o porque los gobiernos de la época no las autorizaron. [22] El estilo pedagógico de Calasanz, que creó su primera escuela en Roma en 1597, buscaba la atención primaria a los más pobres, la eficacia, la innovación, la graduación de la enseñanza y la síntesis entre “Piedad y Letras”, su lema se traduciría hoy como “Cultura y Fe”. Después de él, aparecieron en la Iglesia católica y en España centenares de congregaciones religiosas masculinas y femeninas, especialmente dedicadas a la educación: La Salle, Maristas, Salesianos…
La llegada de los Borbones a la corona de la Monarquía española trajo consigo políticas ilustradas, pero estas tuvieron poco efecto en la educación a lo largo del siglo XVIII. Hasta el gobierno de Carlos III no hubo reformas educativas. Su política consistió principalmente en la expulsión de los jesuitas , la reforma de las universidades y colegios y la secularización de la educación. Los novatores fueron un grupo de pensadores y científicos de finales del siglo XVII y principios del XVIII cuyas ideas influyeron en la filosofía y la ciencia, que precedieron a la Ilustración .
Cuando en el siglo XVIII se percató de que el analfabetismo era evidente y perjudicial para el desarrollo, el Estado tomó medidas para preparar maestros y escuelas. En 1780 se creó el Colegio Académico del Noble Arte de Primeras Letras para preparar maestros. Al mismo tiempo, se escribieron textos, discursos y planes de estudio de figuras como Pedro Rodríguez de Campomanes , José de Olavide y Jaúregui y Gaspar Melchor de Jovellanos , quienes hablaron sobre el progreso, las formas de instrucción, los métodos, la enseñanza y la educación centrada en los estudiantes y denunciaron la ineficacia de las escuelas públicas y del sistema educativo. [23] Juan Picornell rescata una cita que resalta la importancia de que el Estado se ocupe de la educación: [24]
...si por casualidad la República aumenta, puede decirse que crece en hombres, pero no en fuerza. Ningún Estado, pues, será jamás sabio, rico o poderoso sin educación.
Las universidades españolas se mantuvieron al margen de los cambios filosóficos y científicos, lo que se tradujo en su atraso en los estudios de ciencias y en los planes de estudio por considerarse contrarios a la doctrina católica y a su método escolástico medieval tradicional. Se las consideró obsoletas porque se creía que sus ceremonias y debates correspondían poco a la realidad española y por la corrupción y complejidad de su administración. Por ello, la corona llevó a cabo una reforma universitaria mediante la creación del Plan de Estudios de la Universidad de Salamanca en 1771, que contenía modificaciones administrativas y académicas. Sin embargo, las reformas no tuvieron el éxito esperado porque los universitarios se resistieron a la modificación de sus prácticas políticas y sociales. Además, los profesores no contaban con la preparación necesaria para cumplir con el nuevo plan. [23]
Tras la expulsión de los jesuitas en 1767 se fundaron los Reales Estudios de San Isidro de Madrid , dedicados a la enseñanza secundaria, cuyos profesores serían elegidos por concurso en lugar de por las órdenes religiosas. En éstos se enseñaban Bellas Artes , Matemáticas , Física , Derecho Natural y Humano , griego y hebreo . El Plan de 1771, también conocido como Plan de Aranda, se creó para regular la enseñanza universitaria. En la enseñanza primaria se intentó llenar el vacío dejado por los jesuitas con escuelas públicas que impartieran Primeras Letras , Latín y Retórica . También se fundaron el Seminario de Nobles de Madrid (1725), el Colegio de Medicina y Cirugía de Cádiz (1748), el Observatorio Naval (1753), la Real Academia de las Tres Nobles Artes (1757) y el Real Colegio de Cirugía (1760).
La Constitución de 1812 dedicó los seis artículos del Título IX a la «instrucción pública», entre ellos el artículo sobre la libertad de imprenta . Prevé el establecimiento de «escuelas de primeras letras» en todo el territorio, así como «otros establecimientos de instrucción», y un «número competente de universidades». Conservaba la facultad de las Cortes para dictar «planes y estatutos especiales», encomendando al Gobierno la «inspección de la instrucción pública» a través de una «dirección general de estudios». [25] El sencillo plan de estudios establecido para las escuelas primarias («a leer, escribir y contar, y el catecismo de la religión católica») es trascendental para el objetivo político de crear un cuerpo electoral de ciudadanos, al que se le fija un plazo: aunque por el momento las elecciones se celebraban por sufragio universal (masculino e indirecto), según el artículo 25 «A partir del año mil ochocientos treinta, los que entren de nuevo en el ejercicio de los derechos de ciudadanos deberán saber leer y escribir». [26] Se ha señalado la influencia de los escritos de Condorcet y de las constituciones revolucionarias francesas de 1791, 1793 y 1795 en el texto de Cádiz, con excepción de lo que concierne a las universidades. [27]
En el mismo año de 1812 se creó una Junta de Instrucción Pública encargada de informar sobre la reforma general de la educación nacional. En 1813, el poeta y político Manuel José Quintana redactó el llamado Informe Quintana , que posteriormente se transformó en ley durante el Trienio Liberal .
El regreso de Fernando VII produjo una reacción absolutista que, entre otras consecuencias, supuso devolver a la Iglesia católica el papel preponderante en la enseñanza que había tenido hasta entonces y volver al plan de 1771. Para las universidades se creó una nueva Junta de Instrucción Pública que elaboraría un programa más acorde con los principios del absolutismo.
Durante la segunda restauración absolutista en España (1823-1833) se suprimió la enseñanza privada (entendida como laica, pues la de las órdenes religiosas nunca fue considerada privada) porque «burla el celo de la autoridad y envenena a la juventud» ―se reprochó también que en sus escuelas se enseñara francés e inglés porque todo lo que se podía leer en esas lenguas eran impiedades y obscenidades destinadas a «provocar la lascivia más desenfrenada»―. En cuanto a la universidad, se depuró a los profesores ―en Santiago se «impurificó» a una treintena, en Valencia a la mitad― y se «recristianizó» la enseñanza y se reguló mediante el «plan Calomarde», llamado así en honor del secretario del Despacho de Gracia y Justicia, Francisco Tadeo Calomarde , en cuya elaboración habían participado notables religiosos y laicos. El estudio de la ciencia moderna, de «los cartesios y los neutrones », fue eliminado porque, como afirmaban los profesores de la Universidad de Cervera , «lejos de nosotros está la peligrosa novedad del discurso» ―«nos ha hecho retroceder un siglo», diría un estudiante lagunero― . Los alumnos que se matriculaban por primera vez debían presentar un certificado de «buena conducta política y religiosa» firmado por su párroco y la autoridad civil, y para recibir un título académico debían prestar juramento de defensa de la soberanía del rey, la doctrina del Concilio de Constanza sobre el regicidio y la Inmaculada Concepción . En la Universidad de La Laguna existía un «tribunal de censura» que vigilaba la conducta de los estudiantes. [28]
La enseñanza primaria quedó regulada por el Plan y reglamento general de 16 de febrero de 1825, obra también de Calomarde y sus asesores eclesiásticos. En las escuelas primarias se debía enseñar a los niños la doctrina cristiana, la lectura y la escritura, la ortografía y el cálculo elemental, pero a las niñas sólo la doctrina cristiana y «a leer, al menos en los catecismos, y a escribir moderadamente» y sobre todo se les debía enseñar «los trabajos propios de su sexo, a saber: tejer, cortar y coser ropas comunes, bordar y hacer encajes». Además, se establecían las devociones que debían realizar, como el « Bendito y alabado sea » al entrar y salir y el rezo diario del rosario. A los maestros se les exigía que dieran «información sobre la limpieza de su sangre ». [28]
Para evitar desórdenes revolucionarios, las universidades fueron clausuradas el 12 de octubre de 1830, y el cierre se prolongó hasta el año académico siguiente, no permitiéndose su apertura de nuevo hasta el 18 de octubre de 1832. [29] Paradójicamente, en el mismo año 1830 se había inaugurado la Escuela Taurina de Sevilla.
Las universidades, como la sociedad, no encontraron la paz en el turbulento siglo XIX, porque las condiciones económicas y políticas no lograron estabilizarse. Los sucesivos gobiernos promulgaron diferentes leyes educativas. La Década Moderada (1844-1854) se caracterizó por continuas reformas del Plan Pidal. En 1850, un Real Decreto de 28 de agosto de 1850 se refirió por primera vez a las Universidades de Distrito. En 1851 se ordenó que las universidades debían rendir cuentas mensuales a la Dirección General de Instrucción Pública. En 1852 y 1853 se realizaron otras reformas parciales.
Los planes de fundar una Universidad Central en Madrid, iniciados durante el Trienio Liberal , no se materializaron hasta 1836, cuando los estudios de la Universidad Complutense de Alcalá de Henares se trasladaron a la capital.
Impulsada por el ministro de Gobernación, Pedro José Pidal , fue redactada principalmente por Antonio Gil de Zárate , cuyos principios pedagógicos se han resumido en «libertad, gratuidad, centralización, inspección y uniformidad». Tuvo escasa trascendencia; y al ser un simple decreto de rango ministerial, podía ser objeto de modificación y derogación, lo que ocurrió en 1847 y 1850. [30]
El artículo 2 del Concordato de 1851 establecía que «la instrucción en las universidades, colegios, seminarios y escuelas públicas y privadas de toda clase se ajustará a la doctrina de la misma religión católica». [30]
La primera ley educativa integral y racional en España fue la Ley de Instrucción Pública de 1857, conocida como Ley Moyano, que pretendía solucionar el grave problema del analfabetismo que sufría el país.
Cuando los progresistas llegaron al poder ( Bienio Progresista , 1854-1856), ya estaba claro que era necesaria una ley con rango de ley que regulara el complejo entramado de la educación nacional. Progresistas y moderados convergían ahora en la cuestión de la educación, coincidiendo en las líneas generales del sistema educativo liberal. Aunque la división ideológica reaparecería más tarde con la alternancia de partidos de Cánovas y Sagasta, parece que por estas fechas las diferencias entre ellos no eran tan grandes en lo que a la educación se refería. Esto explica que buena parte del proyecto de Alonso Martínez ―lo único que tuvo cabida en el Bienio Progresista― se incorporara a la Ley de Instrucción Pública de 9 de septiembre de 1857, conocida como Ley Moyano.
De esta forma, los moderados lograron consolidar el sistema educativo liberal mediante una ley con vocación de permanencia ―la ley permanecería vigente durante más de cien años―. Su artífice, Claudio Moyano, recurriría a la formulación de una ley básica que, al enunciar los principios fundamentales del sistema, evitaría así el debate parlamentario sobre cuestiones delicadas y complejas. Aunque este planteamiento ya había sido adoptado anteriormente por otros ministros sin obtener resultados positivos, el momento político era el adecuado para una tramitación rápida y una consecución exitosa de los objetivos propuestos. Además, había dos razones fundamentales para obtener la aprobación de las Cortes:
Por todo ello, puede afirmarse que la Ley Moyano no fue una ley innovadora, sino una norma que consagró un sistema educativo cuyas bases fundamentales se encontraban ya en las Normas de 1821, en el Plan del Duque de Rivas de 1836 y en el Plan Pidal de 1845.
Esto se aprecia no sólo en la organización de la enseñanza en tres grados sino también en la regulación de cada nivel académico. Así, en la enseñanza primaria se retoma el criterio tradicional de la existencia de dos etapas de enseñanza ―elemental y superior― y se establece también el principio de gratuidad relativa ―sólo para los hijos de padres que no pudieran costearla―, así como los criterios ya conocidos sobre su financiación, la selección de profesores y la regulación de las escuelas normales. En lo que respecta a la enseñanza media, que adquiere ahora sustancia propia y plena autonomía respecto de la superior, se establece la división en dos tipos de estudios ―generales y aplicados―, la creación definitiva de los institutos y su financiación con cargo a los presupuestos provinciales. Por último, se regula la enseñanza universitaria mediante la conocida distinción entre Estudios de Facultad, Enseñanzas Técnicas y Enseñanzas Profesionales, reafirmando el principio del Plan Pidal de que sólo tendrían validez académica los estudios realizados en establecimientos públicos.
Con la Ley Moyano se implantaron, pues, definitivamente los grandes principios del moderantismo histórico:
En cuanto a los requisitos para obtener la autorización de los centros privados, la ley mantiene el criterio de graduación de los requisitos. Así, para la enseñanza primaria basta con tener veinte años y estar en posesión del título de maestro; para la enseñanza secundaria, en cambio, se aumentan los requisitos, siendo necesario que el profesorado esté en posesión del título correspondiente, se realice un depósito y el reglamento de régimen interior del centro se sujete a las disposiciones que dicte el Gobierno. Si, por el contrario, el centro público quisiera obtener el beneficio de la incorporación, es decir, la validez académica de los estudios cursados, los requisitos serían mayores, con especial énfasis en la titulación ―la exigida a los Profesores de Instituto― sujeta a los mismos programas que en los centros públicos y a examen anual en los Institutos a los que se incorporen los centros (art. 51).
Es comprensible que la característica principal de esta Ley fuera el control absoluto y directo de las instituciones establecidas en Madrid, siendo el Gobierno central el propietario y gestor de las mismas a través del Real Consejo de Instrucción Pública. También es comprensible que entre sus características estuviera la uniformidad por la que apostaba el Gobierno a la hora de implementar esta Ley, siendo laica, gratuita durante la primera etapa de enseñanza y remunerada en la segunda.
Lo que no se puede obviar es el carácter sesgado de esa ley respecto a las mujeres, pues éstas ocupaban un papel pasivo en el que su educación no era común, por lo que se utilizaron medios exclusivos para las mujeres, creándose asignaturas específicas para mujeres en la educación, siendo la profesión docente la única titulación apta para las mujeres.
La estructura del sistema educativo era básicamente la siguiente:
Los últimos años del reinado de Isabel II se caracterizaron por un aumento de la represión política, especialmente en el ámbito universitario. El gobierno exigió al rector de la Universidad Central, Juan Manuel Montalbán, que destituyera al catedrático de Historia Emilio Castelar . Ante la negativa del rector, el ministro de Fomento, Antonio Alcalá Galiano , destituyó a Montalbán y despojó a Castelar de su cátedra. Varios profesores (entre ellos Nicolás Salmerón y Miguel Morayta ) dimitieron en solidaridad, y se organizaron protestas estudiantiles, que fueron duramente reprimidas en la llamada Noche de San Daniel (10 de abril de 1865), causando catorce muertos y ciento noventa y tres heridos.
Tras la Revolución de 1868 , el "Manifiesto" del gobierno provisional (25 de octubre de 1868) se ocupó extensamente de la educación, en particular de la libertad de cátedra . En el Decreto de 21 de octubre de 1868 se desarrolló legislativamente. Se pretendía privar al Estado de su capacidad para organizar los métodos de enseñanza, los libros de texto y los programas de estudio, que pasaron a ser responsabilidad de los profesores. Tanto las escuelas públicas como las privadas debían someter a los alumnos a los mismos exámenes en los mismos tribunales. El Decreto de 25 de octubre de 1868 reorganizó la enseñanza secundaria, reduciendo el peso del latín y aumentando el de la lengua castellana, e introduciendo asignaturas como psicología, arte, historia de España, principios fundamentales del derecho, agricultura y comercio. El artículo 24 de la Constitución de 1869 estableció la más absoluta libertad para fundar y gestionar establecimientos de enseñanza, siendo la inspección la única función de controlar la "higiene" y la "moralidad". [31] [32]
Justo al comenzar la Restauración , el ministro de Fomento, el marqués de Orovio, impuso una depuración ideológica en el profesorado mediante la llamada «Circular de Orovio» (1875), que obligaba a los docentes a prestar juramento de no enseñar doctrinas contrarias al catolicismo, lo que fue rechazado por los krausistas más destacados , que abandonaron la universidad y fundaron la Institución Libre de Enseñanza (1876), un trascendental movimiento de reforma pedagógica encabezado por Francisco Giner de los Ríos .
Formulado el 17 de agosto de 1901, este Decreto organizaba la Enseñanza Media en España bajo el prisma de la modernidad, desarrollando un proyecto de aglutinación curricular a través de los “Institutos Generales y Técnicos”, destinados a convertirse en macrocentros de Enseñanza Media con, al menos, siete ofertas académicas posibles. Un ambicioso proyecto de siete asignaturas al año y una reválida básica para la concesión del título, que fracasó por provocador ante las quejas de la prensa, las familias, los políticos y los profesores de la época.
En agosto de 1901, el ministro de Instrucción Pública, conde de Romanones , dictó un Real Decreto que reformaba el sistema de Enseñanza Secundaria de facto . En su introducción se afirma que «el arduo problema de la educación nacional no puede resolverse con reformas parciales». [33] El Decreto vino a cambiar de arriba abajo el sistema educativo español.
El artículo 1º rebautizó los Institutos Provinciales de Educación Secundaria como Institutos Generales y Técnicos , y estableció sus enseñanzas:
El artículo 2 establecía el plan de estudios para la obtención del título de bachiller. Dividido en seis años, los alumnos cursarían siete materias por año, excepto en 3º y 6º, en que habría que aprobar ocho materias. El artículo 3 estipulaba que las clases tendrían una duración de una hora, y como máximo de hora y media. Los claustros eran los encargados de determinar el horario general de la escuela. El artículo 4 limitaba el número de alumnos por clase a 150. Si el número de alumnos superaba esta cifra, las clases se dividirían en dos secciones y serían impartidas por el mismo profesor, que computaría las horas de clase como dobles. Cuando el número de alumnos superase los 300, habría dos secciones a cargo del profesor y una a cargo del ayudante correspondiente. El profesor que tuviese que explicar más de dieciocho horas semanales recibiría, en razón de acumulación, una bonificación de 1.000 pesetas.
El artículo 5 establecía que todas las materias de este plan eran obligatorias para obtener el grado de Bachiller, excepto Religión, en la que la matrícula era optativa, y los años cuarto, quinto y sexto de Dibujo, a los que sólo debían cursar los alumnos que hubiesen obtenido del maestro un certificado de aptitud para continuar los estudios (de ahí el eslogan de las dos Marías ). El artículo 6 estipulaba que los exámenes de prueba de curso y los ejercicios para el grado se realizarían con estricto cumplimiento de lo dispuesto en el reglamento de exámenes de 10 de mayo de 1901.
El artículo 7 prohibía a los profesores y maestros de los Institutos cobrar derechos de examen. El pago de estos derechos debía efectuarse en papel moneda estatal. Para compensar esto, se creó la escala de profesores de la siguiente manera:
Los profesores de los Institutos de Madrid disfrutarán también de un incremento salarial de 1.000 pesetas por residencia. Una vez implantada esta reforma, se formó una escala de profesores de enseñanza secundaria especial, en la que se incluían Lengua Francesa, Lengua Inglesa o Alemana y Dibujo, teniendo en cuenta la cuantía de los sueldos que actualmente disfrutan, por razón de antigüedad, los profesores en activo.
Los artículos 8 y 9 establecen la inspección de los centros docentes oficiales y privados y establecen que el Gobierno podrá nombrar provisionalmente inspectores en cada distrito universitario con más de cinco años de experiencia en la profesión docente, o ser o haber sido Consejero de Instrucción Pública o Catedrático de Universidad, aunque no hayan cumplido cinco años de servicio. El presupuesto incluirá una cantidad que se calcule de modo que sea suficiente para el pago de las dietas de los Inspectores.
El artículo 10 preveía la dotación de personal de todos los Institutos:
Se realizó una presentación con una reflexión sobre la importancia del decreto:
Ofrecí como ejemplo digno de imitar la conducta de aquellos Consejeros de la Corona que, con su empeño en determinar como única solución posible al problema de la enseñanza primaria la solución hoy propuesta, como lo demuestran el Real Decreto de 30 de abril de 1886, refrendado por D. Montero Ríos, y el Real Decreto de 7 de diciembre de 1888, refrendado por D. Canalejas, se apartaron del rumbo que debía seguir el partido liberal en cuanto al pago por el Estado de los sueldos de los maestros.
Este sentimiento fue corroborado por la opinión unánime de todos los que en España se dedican a esta función docente, y respondiendo a las urgentes exigencias de la opinión pública, nació esta reforma al calor de una aspiración nacional, que no podía ser ignorada con reprensible indiferencia, ni debía ser desatendida con castigable negligencia.
No corresponde al Ministro que suscribe juzgar lo que su propio trabajo puede merecer; pero le debe ser lícito en la presente ocasión declarar con toda sinceridad que nunca ha creído haber cumplido mejor los deberes de su cargo, sus deberes para con la Nación y sus deberes para con Vuestra Majestad, que en el momento presente, sometiendo a vuestra Real sanción el siguiente proyecto de decreto.
Conde de Romanones . [34]
Dentro del ambiente cultural regeneracionista , se creó en 1907 la Junta para Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas , y en 1910 se estableció en su seno la Residencia de Estudiantes .
Las primeras medidas educativas impulsadas por la Segunda República fueron:
El problema era que necesitaban financiación, unos 400 millones de pesetas a través de deuda pública. En ese momento se produjo una recesión económica (el crack del 29 ). Al final, las escuelas que se habían previsto no se construyeron.
Se intentó dotar de una ley educativa acorde con el pensamiento de la Segunda República, y fue Lorenzo Luzuriaga quien redactó el documento con los siguientes principios básicos:
Durante la Segunda República hubo dos períodos distintos: el bienio progresista (1931-1933) y el bienio conservador (1934-1936).
Durante el bienio progresista se produjeron profundas transformaciones educativas. En 1931 se reguló la educación de adultos mediante el Decreto del Patronato de Misiones Pedagógicas , que sentó un precedente en materia de animación sociocultural. Los grupos destinatarios eran las zonas más apartadas, descuidadas o deprimidas de España. Tenían un carácter educativo y cultural, pero no instructivo, pues se trataba de estimular la motivación y el disfrute cultural más que de enfatizar los contenidos o la alfabetización en sentido estricto del término. Su finalidad era difundir la cultura general, la orientación educativa y la educación para la ciudadanía en pueblos, ciudades y lugares con especial atención a la población rural. Las actividades que se desarrollaban eran variadas y respondían a diversos fines:
En 1932 se creó la sección de Pedagogía en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Madrid. En ese mismo año se aprobó el Decreto sobre la Inspección de la Primera Enseñanza , que formulaba a los inspectores con un perfil técnico-pedagógico, como facilitadores del aprendizaje que podían y debían guiar a los maestros. Este decreto supuso una revolución. También se creó la Inspección General de Segunda Enseñanza , siguiendo las mismas directrices generales que la de Educación Primaria. También se aprobó el Decreto de Inamovilidad de los Inspectores , con el fin de evitar la interferencia del poder político en su labor. Les permitía trabajar con independencia, autonomía y estabilidad en el ejercicio de su profesión y se consideró una medida muy importante. Al mismo tiempo se crearon las Juntas de Inspectores para facilitar la coordinación y comunicación entre ellas.
En 1933 se aprobó la Ley de Confesiones y Congregaciones Religiosas, que privaba al estamento eclesiástico de funciones docentes. Para evitar los problemas que suponía su retirada, se creó la Junta de Sustituciones , que suponía que cuando un profesor no podía asistir a sus clases, otro profesor ocupaba su lugar.
Se aprobó una pequeña reforma de la universidad, donde, entre otras medidas, se recogieron las quejas de los estudiantes y se eliminaron los exámenes en cada asignatura. Se creó la Universidad Internacional de Verano de Santander .
Las elecciones de 1933 dan poder a la coalición CEDA de Gil Robles , un partido de derechas. Se produce un giro en la política republicana que influye decisivamente en la educación y que se conoce como la "contrarreforma educativa":
Filiberto Villalobos asumió la creación de escuelas. También fue responsable de la creación de los siete cursos de bachillerato .
En plena guerra civil se aprobó la Ley de Reforma de la Enseñanza Media de 1938 , impulsada por el ministerio de Pedro Sáinz Rodríguez . [35]
En la posguerra se aprobó la Ley de Organización de las Universidades Españolas ( Ley de Ordenación de la Universidad Española , 29 de julio de 1943), impulsada por el ministerio de Pedro Sainz Rodríguez .
En la posguerra se aprobó la Ley de Educación Primaria de 1945 , impulsada por el ministerio de José Ibáñez Martín . [36] Esta ley solo afectaba a la educación primaria [37] y fue complementada, tardíamente, por un Decreto de 1967. Reflejaba la ideología del régimen franquista , considerando la educación como un derecho de la familia, la Iglesia y el Estado, lo que hizo que estuviera marcada por el pensamiento nacional-católico . Por tanto, la educación primaria tenía un carácter confesional, patriótico, social, intelectual, físico y profesional. Era obligatoria, gratuita y se establecía la separación de sexos, así como el uso obligatorio de la lengua española en todo el territorio nacional.
La educación primaria abarcaba desde los seis a los doce años de edad y se impartía en escuelas de diversos tipos: nacionales, eclesiásticas, patronales y privadas. El currículo estaba centralizado y organizado de manera cíclica, agrupando los conocimientos en tres tipos: instrumentales, formativos y complementarios.
Esta ley estableció los derechos y deberes de los docentes y determinó su formación y el sistema de ingreso por concurso al Cuerpo del Magisterio Nacional Primario .
La Ley de Ordenación de la Enseñanza Media de 1953 fue impulsada durante el ministerio de Joaquín Ruiz Jiménez . Esta ley, homóloga a la anterior, regulaba la enseñanza secundaria y fue reformada también en 1967. Era una ley confesional e ideológica. El acceso a la enseñanza secundaria se hacía mediante una prueba de acceso. La normativa establecía programas de bachillerato general y especial . El bachillerato general constaba de un bachillerato elemental de cuatro años, una reválida para el acceso al bachillerato superior de dos años más y otra reválida. Además, existía un curso preparatorio para la universidad, llamado Preuniversitario (PREU). El bachillerato de plan especial, bachillerato laboral, constaba de cinco cursos y dos reválidas más.
La Ley General de Educación de 1970 fue impulsada por el ministerio de José Luis Villar Palasí , verdadero artífice de la ley.
En los años setenta, la necesidad de un cambio se hizo patente en España en los planos social, político y educativo. Era necesaria una ley que abarcara todo el sistema educativo nacional y que pretendiera dotar al país de un sistema educativo más justo, más eficaz y más ajustado a las necesidades de los españoles. Los criterios básicos de esta ley fueron la unidad, la cobertura de los distintos niveles educativos, la interrelación entre ellos y la flexibilidad.
La estructura del sistema educativo quedó establecida de la siguiente manera:
Los estudiantes podrán obtener uno de dos diplomas:
- Graduado Escolar , cuando se superan con éxito los objetivos de los ocho años de EGB. Permite continuar estudios de Bachillerato o Formación Profesional.
- Certificado de Escolaridad , que acreditaba haber superado los ocho años de escolaridad pero no aportaba información sobre su consecución. Sólo daba acceso a la Formación Profesional o al abandono del sistema educativo.
La estructura interna de las asignaturas fue establecida en las Nuevas Orientaciones Pedagógicas ( 1970 ). El personal docente en esta Ley incluía a los antiguos Maestros de Enseñanza Primaria homologados con los provenientes de la Reforma que por primera vez los incluía en la Universidad con el rango de Graduados Universitarios y títulos de maestros de Educación General Básica.
El modelo pedagógico seguido en esta Ley era tecnocrático, de corte conductista. En términos generales, seguía un enfoque de aprendizaje proceso-producto. El modelo docente era, en consecuencia, técnico y competente, diseñando buenos programas con objetivos claros y medibles.
La Ley General de Educación supuso un fuerte impulso a la educación española, reforzando y unificando el sistema educativo e introduciendo innovaciones curriculares, organizativas y tecnológicas. Entre las medidas más progresistas y avanzadas de la LGE destacan las siguientes:
El artículo 27 de la Constitución se dedicó al derecho a la educación y a la libertad de enseñanza , estableciendo la enseñanza básica obligatoria y gratuita y la autonomía universitaria , así como la programación general de la educación y la inspección educativa por los poderes públicos. Permite la creación de centros docentes tanto por iniciativa privada como por los poderes públicos (propiamente dicho, por las comunidades autónomas , dado que son ellas quienes adquirirán competencias en materia de educación); previendo que ambos puedan recibir financiación pública, lo que da lugar a la creación de tres tipos de centros: públicos, concertados y privados. [38]
La enseñanza religiosa , así como la carrera de religión, quedaron garantizadas tanto en el texto constitucional (mediante la expresión «el derecho de los padres a que sus hijos reciban la educación religiosa y moral que sea conforme a sus propias convicciones») como en los Acuerdos de 1979 entre el Estado español y la Santa Sede, que se negociaban en la misma época. En la práctica, la asignatura confesional de «Religión católica», obligatoria desde el franquismo, pasó a ser una asignatura optativa para los alumnos (que pueden sustituirla por otra asignatura denominada «Ética», que posteriormente recibió un tratamiento diferente) y que los centros educativos deben ofrecer como obligatoria, impartida por profesores designados por las autoridades eclesiásticas y sufragados por los poderes públicos.
La Ley Orgánica por la que se regula el Estatuto de Centros Escolares (LOECE) de 1980, impulsada por el ministerio de José Manuel Otero ( gobierno de UCD ). Fue apelado ante el Tribunal Constitucional, que estimó parcialmente el recurso, eliminando varios puntos de la ley. [39]
La Ley de Reforma Universitaria, impulsada por el ministerio de José María Maravall ( gobierno del PSOE ), supuso la primera renovación legislativa en este ámbito desde el franquismo, ya que la Ley Orgánica de Autonomía Universitaria (LAU), aprobada entre 1980 y 1982 (gobiernos de la UCD) nunca fue aprobada. [40] [41]
Impulsada por el ministerio de José María Maravall ( gobierno del PSOE ). Conocida por sus siglas LODE ( Ley Orgánica Reguladora de Derecho a la Educación de 3 de julio de 1985) , no es una ley que afecte a la estructura del sistema educativo, sino que regula la dualidad de los centros educativos, la participación de la comunidad educativa en la enseñanza, el derecho a la educación y determina la gestión democrática, frente a la tecnocrática anterior. Su desarrollo más específico en los ámbitos citados se recoge en el Real Decreto 2376/1985. Este Decreto ha sido parcialmente modificado por el Reglamento Orgánico de los Centros de Educación Infantil y Primaria y por la Orden de 29 de junio de 1994 por la que se aprueban las instrucciones reguladoras de la organización y funcionamiento de los Centros de Educación Infantil y Primaria. Ha sido reformada casi en su totalidad por la LOPEG (Ley Orgánica 9/1995, de 20 de noviembre) de evaluación, participación y gobierno de los centros educativos.
Promovida por el ministerio de Javier Solana Madariaga ( gobierno del PSOE ), la Ley Orgánica de Ordenación General del Sistema Educativo de España de 1990 ( LOGSE) insistió en conceptos pedagógicos como la integralidad, la integración y atención a la diversidad, la adaptación al alumnado con necesidades educativas especiales ( ACNEAE ), la diferenciación de los contenidos educativos en conceptuales, procedimentales y actitudinales, la transversalidad, la educación en valores o la preferencia por metodologías activas y participativas. [42] [43] [44] [45] [46]
Amplió la educación obligatoria desde los seis años hasta los dieciséis (antes fijada en los catorce), precedida de la educación infantil no obligatoria. Las enseñanzas obligatorias son seis años de Educación Primaria y cuatro años de Educación Secundaria Obligatoria ( ESO , que sustituye a los dos últimos años de la antigua EGB y a los dos primeros del antiguo BUP), seguidas de la educación secundaria postobligatoria: un Bachillerato de dos años o el " Grado Medio " de la nueva estructura de Enseñanzas Profesionales.
Sin embargo, el objetivo de la escolarización obligatoria para todos los jóvenes de quince y dieciséis años no se logró hasta 1999, debido a los largos períodos de implementación. [47]
Impulsada por el Ministerio de Pilar del Castillo ( gobierno del PP ). La Ley Orgánica de la Educación de 2002 ( LOCE) publicada en 2002, sus plazos de implementación no permitieron su aplicación en su mayor parte, ya que tras las elecciones de 2004 cambió la mayoría parlamentaria y el gobierno. [39]
La Ley Orgánica de Educación de 2006, LOE, fue impulsada por los ministerios de María Jesús San Segundo y Mercedes Cabrera ( gobierno del PSOE ).
La Ley Orgánica para la Mejora de la Calidad Educativa de 2013 ( LOMCE) fue impulsada por el ministerio de José Ignacio Wert ( gobierno del PP ).
La Ley Orgánica de Modificación de la LOE de 2020 ( LOMLOE) fue impulsada por el ministerio de Isabel Celaá ( gobierno de coalición PSOE -UP), todavía está vigente (2024).
La epigrafía latina nos ha proporcionado la memoria de doce maestros y un grupo de maestros de escuela en Hispania. Los distintos textos, la mayoría de carácter funerario y procedentes del ámbito urbano, nos ofrecen información sobre las funciones que estos profesionales desempeñaron en la sociedad hispánica, así como el contexto socio-jurídico del que procedían. En este sentido, la pieza más valiosa es la inscripción dedicada a un gramático llamado L. Memmius Probus en el antiguo Tritium Magallum, gracias a la cual conocemos las circunstancias concretas en las que trabajó este educador.
En Mérida se conserva una bella estela funeraria dedicada a una joven muchacha. Durante muchos años se interpretó que se trataba de una dedicatoria de una maestra a su discípula y, por tanto, de un ejemplo único y revelador de la docencia femenina en Hispania. Aunque en la actualidad este punto de vista ha sido descartado, esta falsa creencia sigue filtrándose en algunos estudios, de forma más o menos explícita. La realidad es que no hay constancia de que las mujeres, al margen de algunas situaciones asociadas a la formación de esclavas, desempeñaran actividades docentes en el ámbito educativo romano. Una circunstancia que se perpetuó con el triunfo del cristianismo. Hispania no fue una excepción en el mundo romano.
“…algunos historiadores como José Soto sospechan que es muy posible que en Toledo, además de una escuela palatina, donde se formaron los hombres que luego ocuparían los altos cargos del reino, también se formaran mujeres de clase alta. El hecho de que las citadas mujeres demostraran una sólida cultura y un criterio propio y acertado en política viene a confirmar en gran medida estas sospechas”. Fuente citada: José Soto Chica, Visigodos. Hijos de un dios furioso, Desperta Ferro, 2020.
En definitiva, la LOGSE contempla una educación integral e integradora que potencie las capacidades cognitivas, afectivas, psicomotrices, interpersonales y de integración social del alumnado para conseguir —junto con los ejes transversales y el trabajo en valores y actitudes, integrado en todos los ámbitos e implicando a todo el profesorado del centro— una educación integral de la persona y responder así al gran reto de la educación contemporánea: aprender a aprender y aprender a vivir.