[1][2][3][4] La palabra española «coloratura» proviene del italiano «colorare», que significa ‘colorear, intensificar, animar’.[2] La coloratura constituye uno de los tres determinantes del bel canto, por eso debería poder realizarla cualquier tipo de voz, si bien normalmente se escribe para soprano y tenor, que son las que más agilidad tienen por naturaleza.En estos primeros textos «el término se aborda de forma breve y siempre en referencia al uso italiano».[2] En la actualidad el término coloratura se suele aplicar específicamente a la elaborada y florida ornamentación que se puede observar en la música vocal del Clasicismo (siglo XVIII) y del Romanticismo, más específicamente en el bel canto (siglo XIX).[2] Por ejemplo, en Alemania la palabra «coloratura» (Koloratur) ha sido aplicada a la ornamentación estereotipada y formulista utilizada en música para tecla del siglo XVI escrita por un grupo de compositores alemanes para órgano que son conocidos como los «Coloristas» (Koloristen).Ese desarrollo se realiza en todo el canto operístico con las obras de Richard Wagner y la ópera del verismo.El término «coloratura» se aplica por extensión a ciertos tipos de voces que dominan esta técnica.Una soprano de coloratura tiene la capacidad vocal para producir notas por encima del do alto (C6) y posee una tesitura que va desde A4 hasta A5 o más arriba.[6] En los más famosos tratados italianos de canto (Caccini, 1601/2; Tosi, 1723; Mancini, 1774; García, 1841), nunca se empleó el término coloratura.
Pasaje de coloratura para soprano. Incluye una variante más difícil en el pentagrama superior, con un salto a un
re
alto (D6). La
cadenza
final del
«Valse»
en la escena de la locura de Ophélie (Acto IV) de la ópera
Hamlet
(1868) de
Ambroise Thomas
.
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