La frase latina Extra Ecclesiam nulla salus significa: “Fuera de la Iglesia no hay salvación”.
[1] Es un dogma de la Iglesia católica, definido en la forma «es absolutamente necesario para la salvación de toda criatura humana que esté sujeta al Romano Pontífice» (bula Unam Sanctam del Papa Bonifacio VIII, año 1302).
Es decir, Agustín de Hipona relaja la equipación literal entre salvación y pertenencia a la Iglesia, y admite que hay personas que pueden salvarse sin pertenecer explícitamente a dicha Iglesia.
Con el bautismo de deseo suponen algunos teólogos que fueron borrados los pecados del Buen Ladrón.
[6] Según afirmó el obispo chileno Justo Donoso Vivanco, la posibilidad de que este deseo no sea solamente explícito, sino también implícito, se apoya en muchos doctores de la Iglesia, entre otros en Santo Tomás (Part.
[9] Las doctrinas de los clérigos Jansenio y Quesnel, que propugnaron en los siglos XVII y XVIII una interpretación extremadamente rigorista del dogma «Extra Ecclesiam nulla salus», negando incluso que Dios otorgara su gracia fuera de la Iglesia, fueron condenadas por sucesivos papas.
Una interpretación similar fue retomada en el siglo XX por Leonard Feeney, quien llegó a ser excomulgado por la Santa Sede.
- Todos los justos del Antiguo Testamento se salvaron en virtud de la fe que tenían en Cristo futuro, mediante la cual ya pertenecían espiritualmente a esta Iglesia.
Cristo, en efecto, es el único Mediador y camino de salvación que se nos hace presente en su Cuerpo, en la Iglesia.
Por eso, no podrían salvarse los que sabiendo que Dios fundó, por medio de Jesucristo, la Iglesia católica como necesaria para la salvación, sin embargo, no hubiesen querido entrar o perseverar en ella (LG 14).