Cueva de El Soplao

En ella se encuentran formaciones poco comunes como helíctitas (estalactitas excéntricas que desafían la gravedad) y draperies (sábanas o banderas traslúcidas colgando del techo).

Tras décadas de abandono, la espeleología, y en concreto el «Speleo Club Cántabro», S.C.C., desde el año 1975,[2]​ descubrió su auténtico valor geológico.

[4]​[1]​ El Soplao es un entramado de grutas muy extenso y desarrollado en varios niveles.

Su nombre se debe a las grandes estalagmitas blancas que asemejan fantasmas, en las zonas finales de la galería.

Es una sala con una laguna subterránea artificial y una de las mayores en cuanto a su volumen.

Pequeña cámara caracterizada las formaciones rocosas en forma de finos hilos que se enroscan por todas partes.

Destacan las enormes estalagmitas, muchas veces excéntricas, que se llegan a unir al final con el techo.

Galería muy alta que debe su nombre a su semejanza con un bosque natural.

La cueva se desarrolla en dolomías del Aptiense (Cretácico Inferior), impregnadas por mineralizaciones de plomo-zinc.

Helictitas de calcita en las bóvedas de la cueva.
Acceso a la cueva de El Soplao
Estación exterior del tren minero de acceso a la cueva, con las vagonetas que utilizaban los mineros para el transporte de material.
Yacimiento paleontológico de Rábago/El Soplao.