Cuevas de Cantabria

Esta cueva, llamada la «Capilla Sixtina» del Cuaternario, relativamente pequeña (270 metros), destaca por sus impresionantes representaciones de animales como bisontes (representado 16 veces), ciervos (la gran cierva es la figura más grande con 2,25 metros) o caballos.

Se han hallado restos de un pequeño yacimiento, así como arte rupestre, ambos del Paleolítico.

Tiene un trazado muy sinuoso, únicamente accesible en épocas de sequía debido a que su en su entrada desemboca un río subterráneo.

Se encuentra ubicada en el lugar de confluencia de los ríos Lamasón y Nansa, en un entorno con un abrupto relieve en el cual existen varias cuevas con arte rupestre.

Por su contexto y su morfología se han catalogado como estilo III de Leroi-Gourhan.

Geológicamente es algo así como un desagüe en épocas de inundaciones, aunque posee un amplio vestíbulo con arte rupestre.

Han sido encontrados allí restos del Paleolítico, representados fundamentalmente por industria lítica tallada en cuarcita.

Contiene arte rupestre muy bien conservado, además de haberse encontrado en ella fragmentos cerámicos y restos mortuorios.

Para llegar a ella hay que tomar la carretera Cabezón de la Sal-Comillas.

Se han encontrado en la cueva restos del Solutrense, Aziliense e incluso algunos indicios del llamado Asturiense, enterramientos de prehistoria reciente y algunos restos de la Edad Media.

Estos restos se sitúan cronológicamente en la época Magdaleniense inicial o media.

Sus restos apuntan a que debió estar ocupada durante el periodo Magdaleniense y además sus pinturas rupestres datan de antes del periodo Auriñaciense, en las que cabe destacar representaciones animales y otros símbolos de naturaleza desconocida.

Las pinturas más destacables son un bisonte acéfalo, un caballo y otras de diversas categorías en una primera sala, y en la segunda hay un conjunto de pinturas en el que encontramos 35 figuras animales como caballos, bisontes, uros, cabras, etc.

La datación de las pinturas nos indica que la creación es del Magdaleniense inicial o medio.

Su acceso se encuentra a unos 700 m de la carretera N-629, en una pared formada por el río Calera.

Es considerada una cavidad única a nivel mundial por la calidad y cantidad de las formaciones geológicas (espeleotemas) que alberga en sus 17 kilómetros de longitud total, aunque solo 6 están abiertos al público.

En ella se encuentran formaciones poco comunes como helíctitas (estatalactitas excéntricas que desafían la gravedad) y banderolas (sábanas o banderas traslúcidas colgando del techo).

Cuenta con una entrada de grandes dimensiones, lo que le da gran majestuosidad.

Gracias a los testimonios en esta caverna se han logrado estudiar las costumbres de los anteriores homínidos.

Se encontraron varias cerrámicas campaniformes y la punta de retoque plano.

La cueva de Juyo conserva una larga secuencia del Magdaliense aunque, como el resto, sin arte rupestre.

Techo de la Cueva de Altamira (réplica), Museo Arqueológico Nacional.
Gran sala de polícromos de Altamira, publicado por Marcelino Sanz de Sautuola en 1880.
Entrada a la cueva de Cullalvera, en Ramales de la Victoria.
Bastón de la cueva del Valle .