Se trata de un municipio de pequeña extensión: 40,3 kilómetros cuadrados, en la parte baja del valle del Nansa, río que lo recorre y cuya fuerza se aprovechó en el pasado para ferrerías y molinos.
Entre Puente el Arrudo y Treceño, en la vecina Valdáliga, hay una carretera que supera el Alto de la Rehoya o collado de Bielva, de 336 m. Hacia el norte, por la carretera que se dirige a Pesués, existe un mirador, llamado «del Poeta», que permite vistas panorámicas sobre la cuenca baja del Nansa y la vecina Peñamellera (Asturias).
En la reserva se encuentra representada fauna ibérica de la Cordillera Cantábrica.
Se cree que este territorio estuvo habitado desde la Prehistoria, a partir del Paleolítico Superior, según los restos que se han hallado en municipios limítrofes.
Otras poblaciones aparecen en documentos medievales: Bielva, Cabanzón, Cades y Casamaría.
En esta época comenzaron a desarrollarse en la zona las ferrerías que utilizaban la fuerza motriz del río Nansa para mover los martillos pilones, y de esta actividad derivó el nombre del municipio.
La población económicamente activa del municipio se reparte, en proporción prácticamente idéntica, entre el sector secundario (36,8 %), el terciario (35,2 %) y el primario (28,1 %).
Junto a ella se encuentra una ferrería rehabilitada en el año 2000, y abierta al público como centro de interpretación.