[1] Respecto al nombre del prelado también hay cierta confusión, Villanueva (1804) le denomina «Ximeno», por constar que así viene grafiado en cierta escritura datada en 1239 y legalizada en el siglo XIV, referida a la compraventa del lugar de Tramacastiel «hecha por Doña Teresa Cascant y su hijo Martín Egidio al Obispo y Cabildo Segobricense pro 700 aureis Alphonsinis, fecha en la era de 1277».
El mismo autor dice que Pérez –se refiere al erudito y eclesiástico valenciano Juan Bautista Pérez Rubert (1537-1597)- le denomina «Simon», «porque en el instrumento de la nueva donación de Zeyt se nombra a este Obispo con la inicial “S.”, argumentando en contra que dicha letra podría pertenecer también a “Simino” o “Semeno”».
[2] Fue al obispo Ximeno a quién Zeyt Abuzeyt, estando en Albarracín, «confirmó y aumentó la donación que tenia hecha á su antecesor», el obispo Guillermo Eximeno, cuyo registro original «con la firma del Rey en lengua árabe» dice Villanueva (1804) haber visto y copiado –datado en Albarracín, a 19 de abril de 1238-: [...] et concedo, et confirmo sine diminutione, et contradictione aliqua omnia ad jus episcopale pertenentia vobis domino S. segobricensi episcopo vestrisque successoribus, scilicet, ecclesius de Alpont, et de Toxa, et de Açagra, et de Domeno, et de ómnibus aliis castri, villis, alcariis, quae ego in praesenti habeo, et habere potero... Actum est hoc apud Sanctam Mariam del Barrazino XIII Kal.
[6] Tras la conquista de la ciudad de Valencia los demás lugares y castillos del antiguo reino almohade fueron rindiéndose o entregándose, cuando no conquistados; el rey don Jaime fue repartiendo las parroquias de estos nuevos lugares, presuntamente pertenecientes a Segorbe, a distintas diócesis (Tortosa, Valencia, Zaragoza) –haciendo uso o abuso del antiguo privilegio concedido por Urbano II (1088-1099) al Pedro I de Aragón (1094-1104)-: de esta forma la diócesis de Segorbe queda reducida a sus dominios en Albarracín, y a los lugares cedidos por el depuesto Zeyt Abuzeyt.
[7] Años después, tras la conquistada Segorbe (1245), el obispo Ximeno tomó posesión de su silla, diciendo misa en una casa del arrabal de la ciudad, «hacia la casa del baño, á tres cristianos, únicos que dicen había en Segorbe; los cuales tocaron una campanilla, cosa que les era prohibida bajo la dominación sarracena»,[8] Pero «fue tal el alboroto de los moros al oir la campanilla, que se vio precisado á huir para salvarse de su furor».