XXII Congreso Eucarístico Internacional

[1]​ Para fortalecer al Estado frente a la Iglesia católica Canalejas se propuso reducir el peso de las órdenes religiosas, mediante una ley que las tratara como asociaciones, excepto a las dos reconocidas en el Concordato de 1851.

Mientras las Cortes debatían la nueva ley, se aprobó en diciembre de 1910 una disposición transitoria y temporal conocida como Ley del Candado según la cual no se podrían establecer nuevas órdenes religiosas en España durante los dos años siguientes.

[3]​ En cuanto al papel del rey, según Julio de la Cueva Merino, Alfonso XIII "hizo cuanto pudo para moderar los extremos más afilados de la política anticlerical del gabinete", insistiendo en que se restablecieran las relaciones diplomáticas con la Santa Sede y en que las medidas adoptadas por el gobierno se acordaran con ella.

No tiene más inconveniente que el estar un poco verde en la cosa religiosa, pero yo acabaré por catequizarlo».

Además, incluyó en las Actas del Congreso una memoria sobre la atención los sagrarios y la devoción a las Tres Marías.

Este fue aún mayor cuando al día siguiente, tras la procesión eucarística, reunió en el Palacio Real a los asistentes al Congreso y se celebraron allí dos ceremonias religiosas: la entronización de la Eucaristía y la lectura por parte del secretario del Congreso, el padre claretiano Juan Postius, de una consagración de España a la Eucaristía.

Isabel de Borbón y Borbón , tía del rey Alfonso XIII y presidenta de la junta nacional encargada de organizar el Congreso.