Weyler era un hombre de muy escasa estatura,[2] al parecer medía solamente 1,52 m,[3] lo cual no fue motivo para mermar su carrera pues se trataba de un rudo combatiente con una gran resistencia física.
Se le condecoró con la Cruz Laureada de San Fernando por su actuación en la acción del río Haina, en Santo Domingo, donde al mando de una tropa de 150 hombres, defendió con éxito la posición durante tres días contra 500 asaltantes, retirándose finalmente sin abandonar muertos, heridos ni material.
En 1883 fue nombrado capitán general de Filipinas, permaneciendo en el cargo hasta 1891.
Se estima que para diciembre de 1896 unos cuatrocientos mil cubanos no combatientes se catalogaban como reconcentrados en lugares escogidos o no con ese objetivo.
La medida creó una situación compleja al no poder suministrar alimentos a estas poblaciones con graves condiciones de insalubridad, que experimentaron hambrunas y epidemias y se calcula que se dejó morir a muchos miles de cubanos en dichos campos de concentración.
Esta medida acabó hacia marzo de 1898, en pro de la nueva política buenista, y a la postre fracasada, propiciada por el general Ramón Blanco y Erenas e impuesta por las circunstancias.
[15][16] Durante su carrera militar, el general Weyler tuvo que hacer frente a insurgencias en Santo Domingo, Filipinas y Cuba.
La diferencia entre estas tácticas estriba en que en América hubo auténticos campos con ganado y cultivos.