Rúdnev fue reconocido por el enemigo como un marino de extraordinaria valentía y se le permitió volver a su país.
Después de 1917, este y otros buques rusos capturados serían devueltos a la Unión Soviética.
Rúdnev y la tripulación superviviente fueron homenajeados en Odesa por el Zar Nicolás II, siendo todos condecorados con la Orden de San Jorge.
En 1907, Japón condecoró excepcionalmente a Rúdnev con la Orden del Sol Naciente por su valentía y este aceptó el galardón, aunque jamás lo exhibió en público.
Durante la Guerra civil rusa su familia fue perseguida por los bolcheviques, viéndose obligada a escapar y exiliarse en Francia.