Durante todo lo siglo XVI estuvo latente un conflicto entre los agustinos y la dominicos (tomistas) y los franciscanos y jesuitas (immaculadistas) que se generalizó por todo el Estado prácticamente en la segunda década del siglo XVII con muchas ciudades que juraron voto de defensa del misterio de la Inmaculada Concepción de María.Incluso Felipe III y Felipe IV pidieron al Papa que fijara el misterio pero este se limitó a prohibir los ataques en público pero no las discusiones teológicas.El sermón lo basó en el segundo versículo del segundo capítulo del Cantar de los Cantares "sicut lilium inter spinas sic amica mea inter filias".También declararon a petición del asesor los testigos oculares: padre Josep Just, Joan Pérez (labrador), Joan Gisbert de Miguel (ciudadano), Lluís Merita (caballero) y padre Agustí Valls, validando el Justicia la declaración como verdadera y firmada el acta el día 23 de agosto de 1653.Esta estuvo perdida 10 años hasta que fue encontrada en una caja fuerte del ayuntamiento.Después de la contienda se realizaron dos nuevas tallas a cargo del escultor valenciano Enrique Galarza y Moreno.Este personaje era un marchante de arte que pagaba a los artistas y firmaba sus obras.