Vilumilla

Salamanca reforzó la guarnición con doscientos soldados y volvió a Concepción para organizar un ejército con que acabar con los alzados.

Después de este fracaso Vilumilla reunió 4000 guerreros y empezó a realizar malones al norte de la frontera hasta que decidió acampar en la confluencia entre el Biobío y el río Duqueco.

[6]​ Se dispuso en las lomas en el lado norte del Duqueco mientras los indios acampaban al sur de este.

Los araucanos temiendo ser rodeados rompieron filas y huyeron al Duqueco cruzándolo a nado los que pudieron.

A estos se les unieron el reclutamiento obligatorio de todos los inmigrantes franceses llegaron en los últimos años al reino.

Finalmente decidió juntarse con sus oficiales en Concepción donde expuso que los fuertes al sur de la frontera resultaban demasiado costosos de mantener y solo servían para inquietar a los indios ni sus campeadas (incursiones) eran muy efectivas pues los araucanos las detectaban rápidamente y se retiraban con sus propiedades para impedirles algún botín.

[9]​ Pero cuando propuso abandonarlos para construir otros nuevos en la ribera norte del Biobío desde donde vigilar todos los pasos sus comandantes se opusieron enérgicamente aduciendo que esto envalentonaría a los mapuches, ya que se mostrarían débiles a sus ojos y perderían el "cinturón defensivo" que les impedía atacar el Biobío directamente además de los enormes sacrificios hechos en construir y mantener dichos fuertes hubieran sido inútiles.

[5]​ Entre lo acordado estaba que los indios deponían las armas y se reconocían vasallos del Rey de España, se prohibía la esclavitud de araucanos, para cruzar, fuera español o mapuche, hacia el norte o el sur, se debía pedir permiso a los jefes de las guarniciones fronterizas o a los caciques locales, los caciques ganaban el derecho de presentar sus quejas directamente ante los comandantes militares o el mismo gobernador y se establecerían cuatro ferias cada año para regular el comercio fronterizo.