Eugène-François Vidocq

Hizo grandes aportaciones a la ciencia de la criminalística, ya que este fue un delincuente y conocía cómo trabajaban los mismos.Vidocq afirmó que había salvado a dos nobles, pero fue capturado y hubo de afrontar el mismo destino (guillotina).Cuando se rindió para limpiar su nombre, fue arrestado y condenado a ocho años de trabajos forzados.En 1798 marchó a los Países Bajos y trabajó en un buque con patente de corso atacando naves británicas.Logró escapar con ayuda de otro criminal y volvió a Arrás, donde se mantuvo oculto hasta el año 1800.Con ella se trasladó a Ruan, donde estuvo dos años, hasta que las autoridades lo encontraron otra vez.En Douai, el procurador general Ransom convenció a Vidocq para que apelara y solicitase un nuevo juicio.Vidocq trató de vivir como un comerciante en Faubourg Saint-Denis, pero un año después fue nuevamente a prisión.Había intentado trabajar como maestro, pero un trato inadecuado con sus alumnas más adultas provocaría su expulsión del pueblo.El inspector Henry le retó a que escapara de la guardia y volviera para probar su sinceridad, como así hizo.Mandaba a doce detectives, de los que muchos habían sido criminales como él.Seis años más tarde, el sustituto de Duplessis, Henri-Joséphe Gisquet, volvió a reincorporarle al cargo.Sin embargo, muchos historiadores consideran que L’Héritier se tomó demasiadas libertades a la hora de narrar los hechos.En sus últimos años, Vidocq escribió varias novelas basándose en sus experiencias en el mundo de los criminales.Cuando su mujer, Fleuride, murió en septiembre de 1847, se retiró y cerró su agencia, aunque ocasionalmente trabajaría para la policía.Su funeral tuvo lugar el día siguiente en la iglesia de Saint-Denis du Saint-Sacrement.Fue el primero en utilizar moldes para recoger huellas de la escena del crimen.