[1] Actualmente puede ser visitado desde ambas márgenes del río Esla, tanto en coche, como caminando o en bicicleta, disfrutando de esta manera del extraordinario paisaje que le rodea, de las vistas de sus riberas y del propio río Esla convertido en embalse.
La primera consistía en un trazado recto, para lo cual sería necesario construir un viaducto de grandes dimensiones.
Estos, a su vez, estarían enlazados sobre la zona del embalse con otros ocho, apoyados éstos cada dos en tres elevados picos, entre las que se hacían estribar ojivas apoyándose en sus claves las pilas intermedias.
De entre los proyectos, se toma en consideración el segundo y el anexo del primero.
Esta alternativa, vanguardista para su época, implicaba un notable ahorro en la ejecución del proyecto.
Este último argumento, entre otras consideraciones, fue motivo suficiente para que la Jefatura de Puentes se decantara por ella.
El ingeniero Martín Gil, padre del proyecto definitivo, no pudo ver culminada su obra, al fallecer en junio de 1934.
A julio de 1936 ya se habían construido parte de los viaductos de acceso y los salmeres del arco, al igual que las palizadas sobre los salmeres y el comienzo a cada lado del tablero correspondiente al tramo principal.
Además resultó ser sumamente inestable por la acción del viento, por lo que se desechó este sistema.
Esta cercha, así como la armadura metálica fue soldada eléctricamente, resultando algo novedoso en aquella época.
Incluso algunas encinas corpulentas fueron arrancadas, así como diversos materiales, que aparecieron a más de 500 m del viaducto.
Como consecuencia ocho vagones cayeron al fondo del embalse, salvándose del efecto arrastre la locomotora y el resto de vagones que pudieron llegar a la estación más cercana, la de Andavías.
Sus tímpanos están aligerados a base de palizadas y tablero superior.
La obra en general, la podemos dividir en tres partes; el arco central y dos viaductos de acceso, que actúan a modo de tirantes que mantienen amarrado en tierra firme al colosal arco central.