En tauromaquia, la verónica es un lance o suerte fundamental que se efectúa sujetando el capote con las dos manos.
Hoy día se ejecuta casi siempre de costado o perfil, alargando así la embestida del toro.
Pepe-Hillo la define como «aquella suerte que el diestro ejecuta situándose con la capa rigurosamente enfrente del toro».
Cossío atribuye este cambio radical en la forma de ejecutar la verónica a los gustos del público, que prefiere ver pasar al toro muy cerca del torero, y a la mayor acometividad y nobleza de las reses, que permitió hacerlo con temple.
Se procura dominar al toro y que no despegue la cabeza del engaño.
[3] La media verónica se puede realizar de diferentes maneras —al igual que ocurre con la verónica— siendo las más comunes: