Los ultrarrealistas, ultramonárquicos, ultraabsolutistas o realistas absolutos, puros, ardientes, exagerados, exclusivos, fuertes, etc. (en francés: ultraroyalistes, ultra-monarchistes, royalistes absolus, purs, ardents, exagérés, exclusifs, pointus, etc.);[1] también llamados ultras, fueron la corriente monárquica que, proveniente de las fuerzas contrarrevolucionarias de la Revolución francesa, constituyó la fuerza política dominante durante la Restauración borbónica en Francia, de 1814 a 1830.
Al igual que el régimen de la Restauración francesa, se oponían a las ideas liberales, republicanas y demócratas, llegando a ser más extremistas que el propio rey Luis XVIII.
Instituyó el principio de las «leyes eternas» por las que es Dios quien «determina las razas reales».
Dado que el poder procede de Dios, solo puede ser absoluto e ignora toda limitación o dependencia.
Los miembros de la orden se comunicaban entre sí solo verbalmente, por temor a la policía imperial.
Este sistema permitió, por ejemplo, difundir la victoria de los ejércitos aliados sobre Napoleón antes que el correo oficial.
Al igual que la familia real, buena parte de la aristocracia llevaba un cuarto de siglo en el exilio y permanecía aferrada a los conceptos del siglo XVIII y al Antiguo Régimen.
Pero el realismo político de Luis XVIII temperó sus aspiraciones, e intentó buscar una vía intermedia que permitiese restaurar un verdadero poder monárquico sin enfrentar a los franceses entre sí.
Se esperaba que la Carta fuese un documento contrarrevolucionario, otorgado por el Rey a los franceses.
El Terror Blanco fue particularmente virulento en el sur de Francia donde actuaban los verdets, llamados así porque llevaban una escarapela verde en homenaje al conde de Artois, hermano del Rey y futuro Carlos X.
En paralelo, Vaublanc depuró las administraciones de todas las personas que habían servido bajo los regímenes anteriores.
Pero la ruptura entre los ultramonárquicos y los monárquicos moderados se plasmará en la votación sobre la nueva ley electoral.
El gobierno pretendía rebajar ligeramente el importe del censo de manera que la burguesía pudiera participar más en la vida política, y superase así en número a la aristocracia más rica que sustentaba a los ultras.
Por otro lado, parte de sus ministros liderados por Élie Decazes le reprochaban el no adoptar medidas más contundentes para frenar a los ultras.
Decazes prosiguió con una política anti ultra destinada a reafirmar el poder de Luis XVIII.