Los tupíes no constituían un único grupo étnico y hablaban lenguas diferentes, aunque emparentadas.
Durante dichos enfrentamientos, los tupíes intentaban capturar a sus enemigos para después matarlos en rituales antropofágicos, en lugar de aniquilarlos en batalla.
Una vez muerto, su cuerpo crudo era puesto a disposición para el pronto consumo de su sangre aún caliente y sesos.
Su lengua propia es el guaraní, idioma que se considera parte de un tronco común junto al tupí.
Un sinfín de lugares y ciudades del Brasil moderno deben su toponimia al tupí.