[3] La invasión de los Países Bajos por Luis XIV había provocado la formación de una gran coalición encabezada por Guillermo III de Orange (estatúder de las Provincias Unidas desde 1672) y apoyada por España, el Sacro Imperio, Brandeburgo, el Palatinado y Lorena en 1673, que se mostró incapaz de mantener el empuje de las armas francesas hasta que Inglaterra se vio obligada, por la opinión pública inglesa, a abandonar a Francia en sus planes de expansión.
Así, Inglaterra firmaba una paz por separado con las Provincias Unidas: el Tratado de Westminster.
Dado el cese de apoyo a Francia por Inglaterra en 1678, la coalición contra Luis XIV pudo combatirlo eficientemente hasta obligarlo a iniciar negociaciones de paz.
En virtud de las mismas, se firmaron los Tratados de Nimega en los que Luis XIV devolvió a España los territorios de Ath, Binche, Charleroi, Gante, Cortrique, Oudenaarde, Saint-Ghislain, Zoutleeuw, el Waasland, el ducado de Limburgo, el Charolais y la ciudad de Mesina en Sicilia; España cedió a Francia el Franco Condado y diversas plazas de los Países Bajos españoles (Aire-sur-la-Lys, Arques,[4] Bailleul, Bavay, Bouchain, Cambrai, Cassel, Clairmarais, Le Cateau-Cambrésis, Condé-sur-l'Escaut, Givet, Maubeuge, Poperinge, Saint-Omer, Ypres, Valenciennes, Warneton y Wervik);[5] las Provincias Unidas recuperó Maastricht y obtuvo ventajas financieras y comerciales; el Sacro Imperio cedió Breisach y Friburgo a cambio de Philippsburg.
[6] Esta paz perjudicó especialmente a los intereses españoles y a la causa del medio hermano y primer ministro de Carlos II, Juan José de Austria.