El acuerdo así planteado dejaba fuera la cuestión de Montevideo: en los hechos el ejército portugués se replegaba, pero el de las Provincias Unidas podía con reconocido derecho continuar o reiniciar sus operaciones en la Banda Oriental.Por su lado, Diego de Souza se negó a retirarse como especificaba el acuerdo.Pero Strangford nuevamente presionó a la Corte para que aceptara el armisticio en los términos pactados, indicando que el 10 de septiembre había recibido instrucciones del gobierno británico de asegurar su aceptación.Por otra parte, aseguró que en el caso de que el gobierno revolucionario violara sus términos, estaba autorizado por su gobierno a enviar una fuerza armada al Río de la Plata para asegurar su cumplimiento.La firma del tratado constituyó una victoria para la revolución al eliminar la amenaza de la intervención portuguesa.El gobierno comisionó primero a Manuel José García y a Marcos Balcarce para proponer un acuerdo con Montevideo, lo que fue rechazado por Vigodet, quien insistía en el reconocimiento del Consejo de Regencia, por lo que se dio inicio al segundo sitio de la ciudad.Pero la presión utilizada aumentó en la corte portuguesa los resentimientos contra el diplomático y finalmente ocasionarían su traslado.