Tragedia de los bienes comunales

La tragedia de los [bienes] comunales (en inglés: tragedy of the commons) es un dilema descrito por Garrett Hardin en 1968, y publicado en la revista Science.[1]​ Describe una situación en la cual varios individuos, motivados solo por el interés personal y actuando independiente pero racionalmente, terminan por destruir un recurso compartido limitado (el común) aunque a ninguno de ellos, ya sea como individuos o en conjunto, les convenga que tal destrucción suceda.Por ejemplo, en las comunidades dependientes de los bosques se ha implementado varios acuerdos para manejar los recursos.Por ejemplo, a través de cooperativas, las cuales poseen una política de membresía cerrada y el control del espacio mutuo, manejando eficientemente los recursos comunes y debido a que son autorreguladas, más flexibles que las regulaciones estatales.En su Managing the Commons (1979) —escrito conjuntamente con John A. Baden[16]​— Hardin estudia esta sugerencia más a fondo.En la práctica sólo un país —la República Popular China (véase Control poblacional de la República Popular China)— ha tomado medidas, que se podrían considerar congruentes con esta propuesta, (a pesar de que es altamente debatible si la política del hijo único ha sido adoptada por acuerdo común).Sin embargo, encontrar una solución a la supuesta tragedia en su versión restringida —entendida como la situación que lleva necesariamente a su sobreexplotación y consecuentemente al agotamiento debido al abuso «irracional» del recurso— ha sido uno de los problemas subyacentes de la filosofía y economía política.Este establece, en relación con lo presente, que si las externalidades se trataran como mercaderías —es decir, estuvieran sujetas a la compraventa— el mercado llevaría a resultados eficientes, sin importar el régimen de propiedad.Ejemplos de esta aproximación son los llamados impuestos pigouvianos, las ecotasas; el impuesto Verde; el impuesto sobre el carbono, etc. Se alega que tal aproximación no solo conllevaría la preservación de los recursos comunes sino que incluso podría extender la ventaja de esa «explotación preservativa» a sectores no directamente involucrados, transformando tal preservación en interés común más amplio.Por ejemplo, Costa Rica habría exitosamente expandido las ventajas del «turismo ecológico» a través de la consideración —costeando en sumas reales— los «servicios consumidos» por la polución.[17]​ El ambientalista radical Derrick Jensen afirma que la tragedia de los bienes comunes se utiliza como propaganda para la propiedad privada.[21]​ En muchos casos la tragedia de los bienes comunes ha sido usada por países desarrollados como pretexto para introducir agentes reguladores u outsourcing en países poco desarrollados, para la «adecuada» explotación de sus recursos naturales, (habitualmente los países desarrollados no tienen recursos, pero tienen industria y tecnología), también los países desarrollados pueden corromper fácilmente a los gobiernos subdesarrollados para que se deje explotar o se privatice un recurso natural, lo que causa que la riqueza generada se quede mayormente en los países desarrollados y estratos sociales altos del gobierno, causando un fenómeno llamado la maldición de los recursos.Eso, en la práctica, se concreta ya sea en el poder estatal o en actores privados motivados por sus propios intereses[23]​ o, quizás más a menudo, en una mezcla de ambos: la propiedad de los bienes comunes es transferida a individuos cuyos derechos son salvaguardados por el estado.Así pues algunos han afirmado que la «tragedia de los comunes» no corresponde necesariamente a la realidad —ver, por ejemplo Appell (op.Otro factor importante - que no está cubierto en el análisis de Kolepman et al (2002) - es la cultura.Una expansión, modelo cuatro de la lógica de oportunidades, (four factor model of the Logic of Appropriateness) (Kolepman, 2009; Myers & Kolepman, 2012), sugiere que la cooperación está mejor explicada bajo la pregunta: «¿Qué hace (reglas) una persona como yo (identidad) en una situación como ésta (reconocimiento) dada la cultura (grupo)?».Por ejemplo, cuando una persona decide fumar en un lugar público, se están complaciendo sus intereses a corto plazo, pero a término de largo plazo, están perjudicando tanto su propia salud, como la salud de los demás.Por ejemplo, la sociedad puede aprobar legislación que puede hacer ilegal fumar en áreas públicas o incrementar las tasas del tabaco, en función de hacer que la decisión de fumar en lugares públicos sea más difícil.El concepto «social discounting» no solo tiene en cuenta la decisión del individuo entre sus intereses a corto y largo plazo, sino que, además, tiene en cuenta la posibilidad de beneficiar a alguien cercano.- Primero, segundo, tercero, etc. Hay una consecuencia del orden clara en los juegos secuenciales: las cosechas de aquellos que llegaron primero (los líderes) son mayores a las de aquellos que llegaron más tarde (los seguidores).La interpretación de estos efectos es que los primeros jugadores se sienten con derecho a recolectar más.Además, aquellos que cosechan menos ganan mejor prestigio e influencia dentro de su entorno social.Muchas investigaciones se han centrado en cuándo y por qué le gustaría a la gente reestructurar los comunes para prevenir una tragedia.Penalizaciones selectivas a la sobre-explotación pueden ser efectivas para promover la conservación del agua y la energía en los hogares.Esta abundancia o exceso de recursos hace que las poblaciones animales tengan estrategias de reproducción R (muchos descendientes, gestación corta, menos cuidado parental y poco tiempo hasta la madurez sexual), por lo que la competencia es asequible para las poblaciones.También la competencia podría seleccionar a las poblaciones para tener comportamientos R en una regulación de retroalimentación positiva.[36]​ La hipótesis del mutualismo se describió por primera vez mientras Kropotkin estudiaba la fauna de la estepa siberiana, donde las condiciones ambientales son duras, descubrió que los animales tienden a cooperar para sobrevivir.En la selva amazónica, se observa una competencia extrema, donde la vida requiere poca energía para encontrar recursos (ejem, luz solar para las plantas), por lo que la vida podría permitirse ser seleccionada por factores bióticos (es decir, competencia) en lugar de factores abióticos.
Incendio controlado en una zona de jungla con fines agrícolas, Sur de México.
Hardin ilustró su escenario con un grupo de pastores que deciden aumentar el número de animales en sus respectivos rebaños.