Diego e Inés, al unirse en matrimonio, recibieron como dote la encomienda de Igualapa, Ometepec y Cuchitlahuaca, las cuales les proporcionaban grandes cantidades de riqueza anualmente.
El antiguo convento de Santa Inés tuvo ese nombre por ser Inés Velasco la habitante de la casa que posteriormente se convertiría en convento.
Finalmente, se decidió que Catalina de Santa Inés, por tener 40 años, sería la abadesa del nuevo convento.
Se quedó estipulado que el patronato nombraría a 33 capellanas que fueran a habitar el convento y este quedaría conformado por: una abadesa, una definidora, una tornera y una portera.
Las obras tanto en iglesia como en convento estuvieron a cargo del arquitecto Alonso Martínez López.
De esta forma, para 1662 se tuvieron que hacer reparaciones en los pasillos del convento, en el púlpito y en el altar mayor debido a las filtraciones de agua que solía haber.
[1] La construcción del templo fue llevada a cabo bajo presión de la academia de San Carlos,[1] que había sido establecida en 1781 y tenía como función principal el establecimiento del estilo Neoclásico en la nueva España y vigilar que los arquitectos novo hispanos cumplieran sus lineamientos.
Fueron llevadas al convento de Santa Teresa la Nueva en donde permanecieron dos años hasta la exclaustracion completa en 1863.