Al final, Bundy la abandonó sin que ella volviera a saber nunca más de él.
La Policía no estableció ninguna conexión entre las dos agresiones y tampoco se hicieron mayores pruebas ni estudios de la escena del crimen.
El individuo tenía la particularidad de ir cargado con libros y llevar un brazo enyesado o en cabestrillo.
Parks se encontró con un hombre aparentemente lesionado que le pidió ayuda para subir unas cosas a su vehículo.
Diecinueve días más tarde se descubrió que Ball nunca llegó a su destino.
Su compañera de habitación y la encargada del dormitorio comunicaron su desaparición a la mañana siguiente.
La Policía inició una investigación y descubrió similitudes en el modus operandi de algunos asesinatos ocurridos en Washington.
Entre ambas comisarías elaboraron un retrato robot del posible aspecto que tendría el asesino.
Haciéndose pasar por un oficial de policía, le informó que habían intentado robar su coche.
Después de detener abruptamente el coche, Bundy sacó una pistola y le esposó una muñeca.
La llave pertenecía a las esposas con las que, horas antes, se había presentado Carol DaRonch en la comisaría de policía.
Mientras descansaban en el salón del hotel, ella subió a la habitación para buscar una revista.
Posteriormente se hallaron otros restos que fueron identificados como pertenecientes a Donna Mason.
Denise no regresó aquella tarde, pero tampoco llegó a casa de sus padres.
Debido al retrato robot del asesino, una amiga cercana de Meg Anders lo reconoció como Ted Bundy.
Algunas de sus víctimas se convirtieron en testigos, lo que más tarde haría posible el proceso judicial contra Bundy.
Tenía veintinueve años y entró en la sala con la confianza de que no existían pruebas suficientes contra él.
Sin embargo, Carol DaRonch lo señaló como el hombre que intentó secuestrarla y amenazó con matarla.
Exámenes posteriores revelaron que las contusiones cerebrales en ambos cuerpos podían haber sido ocasionadas por la palanca encontrada en el coche de Bundy.
Hasta la mañana siguiente, pasadas quince horas, no se dieron cuenta de su desaparición.
Creyendo que habían asaltado la fraternidad, fue en busca de su compañera Karen Chandler, a quien encontró tambaleándose por el pasillo, gravemente herida.
La policía encontró el cadáver de Lisa Levy, que había sido golpeada en la cabeza y violada brutalmente.
Al parecer, se deshizo de la furgoneta blanca que utilizaba y casi fue detenido cuando intentaba robar otro vehículo.
Cuando regresó a su apartamento, limpió posibles huellas, robó un Volkswagen y finalmente se marchó de Tallahassee.
Bundy prescindió de abogado y se defendió a sí mismo, pero las evidencias contra él serían aplastantes.
Testigos de cargo y descargo fueron llamados por ambos lados (incluyendo a Louise Bundy) para la defensa.
Él y sus abogados pidieron una prórroga de tres años para que confesara los demás asesinatos.
[7] Bundy le explicó detalladamente su infancia, en especial su relación con sus abuelos maternos, Samuel y Eleanor Cowell.
También le dijo a Lewis que su abuelo mantenía una gran colección de pornografía en su invernadero, donde, según sus familiares, Bundy y un primo se colaban para ojearlas durante horas.
En la entrevista, Bundy dijo que la pornografía violenta desempeñó un importante papel en sus crímenes sexuales.