[2] En principio adoptó la programación de teatro por horas, habitual entre 1870 y 1910, que haría famosa «la cuarta de Apolo»;[3][4] es decir, su última sesión, que comenzaba a partir de las doce y media de noche, con obras «más atrevidas»,[5] y un público «más despreocupado y jaranero».El propósito inicial del Apolo era representar comedia española, pero atravesó momentos difíciles en sus comienzos, debida a su relativa lejanía del entonces centro de la ciudad y al excesivo precio de sus entradas (18 reales).Entre los primeros estrenos pueden citarse Cádiz (1886), la pieza que abriría y cerraría la existencia del Apolo,[13] de Chueca y Valverde, con libreto de Javier de Burgos y Larragoiti,[13] El dúo de La Africana (1893) de Fernández Caballero,[13] El cabo primero; y en especial las piezas más populares del casticismo madrileño: La verbena de la Paloma (1894), La Revoltosa (1897), Agua, azucarillos y aguardiente (1897).[5] La lista se puede ampliar con Las Bribonas (1908), El trust de los tenorios (1910), El fresco de Goya (1912), El niño judío (1918) y Doña Francisquita (1923).[6] El edificio, adquirido por el Banco de Vizcaya, fue derribado para construir la sede en Madrid de dicha empresa financiera.
Techo de la sala en el Teatro Apolo, obra de
Francisco Sans Cabot
, en una ilustración de Pellicer y Capuz.