Ruperto Chapí crea una verdadera obra sinfónica y popular que cautiva desde las primeras notas de su preludio, creando una partitura en la que lo culto y lo popular se dan la mano como nunca.
Las vecinas, hartas del comportamiento de sus maridos hacia Mari Pepa, deciden escarmentarlos.
Cada uno les suelta una excusa para poder dejar la fiesta y quedarse solo para encontrarse con Mari Pepa, y las mujeres, actuando como si no supieran nada, les dan su permiso para marcharse, siguiéndoles después para descubrirlos en el último momento.
Finalmente, después de descubrirse el engaño, Felipe confiesa su amor ante toda la vecindad y Mari Pepa se arroja definitivamente a sus brazos.
El compositor requiere una orquesta formada por: dos flautas (la segunda cambia al flautín), un oboe, dos clarinetes (en La y Si bemol), un fagot, dos trompas, dos trompetas, tres trombones, timbal, platillos, caja, bombo, triángulo, guitarra (interviene solamente en el número uno) y cuerdas.