Tauromaquia en la Nueva España

Los toros encontraron, pues, durante la conquista de México, nicho propicio para desarrollarse.

Era la primera vez que dicho Virrey de la Nueva España pisaba la arena del coso.

Para su recibimiento se levantó un Arco triunfal en la esquina de Santo Domingo, dándole la bienvenida el Corregidor y entregándole la simbólica llave dorada.

Además, el taurómaco arzobispo mandó construir un coso en el propio Palacio Virreinal, para satisfacer su ambición por las fiestas bravas, en el mismo año.

Corrieron toros durante cinco días, ofreciendo premios distinguidos a los que dieran las mejores lanzadas.

La afición por las corridas de toros cada día era mayor y se comenzaban a lidiar toros en muchas plazuelas y calles de la ciudad, tomando la diversión un carácter popular, ya que la afición a las lides taurinas no era peculiar tan solo de españoles, criollos y mestizos, sino que estaba también extendida a la clase indígena.

Instalado el duque de Alburquerque en Chapultepec, dieron principio las corridas de toros: “se levantó el coso fuera del recinto señorial, cercado con amplios tablados y hermosa perspectiva, y en el exterior muchos puestos de frutas, cacahuates, enchiladas, pollo frito, pulque, aguas frescas, chichas y limonadas.

Todo México concurrió a esta temporada, permaneciendo fuera de la Plaza los que no encontraron sitio en ella o que sus recursos no les permitían asistir al espectáculo taurino”.

Las primeras becerradas formales, así como las diversiones intermedias, incluyendo los danzarines y músicos, eran efectuadas por jóvenes de todas clases sociales.

Pero, como la Real Hacienda no podía sufragar los gastos que las segundas demandaban, y las Arcas municipales carecían, también, de fondos para atender a las primeras, el Virrey dispuso que para obtener recursos se organizaran unas corridas de toros en la Plaza del Volador.

[9]​ Sin embargo, no todos los motivos por los cuales se celebraban las corridas de toros, eran los puramente religiosos o en honor al nuevo virrey.

“Durante el tiempo de su gobierno, no se concedieron las acostumbradas fiestas taurinas al ingreso del gobierno, y además las prohibió en muchas ocasiones, tanto en la Ciudad como en los demás estados y negó que se realizaran fiestas locales con toros sin permiso previo, a pesar que éstas se realizaban desde hace muchos años sin ese requisito.”[10]​

En el periodo inmediato anterior a la Independencia de México surgieron famosos toreros como Tomás Venegas “El Gachupin Toreador”; Pedro Montero; Juan Sebastián “El Jerezano”; y Miguel García.

Los festejos organizados para celebrar la consumación de la Independencia, se especializaron en honrar a todo el ejército que logró esta hazaña.

Llegada de Cortés a Veracruz
1816, El Cid Campeador lanceando otro toro (Tauromaquia - Goya)
Familia Iturrigaray-1805