Asimismo era un espacio ritual donde cada 52 años, al fin de cada periodo cíclico, se celebraba la Ceremonia del Fuego Nuevo.
Este terreno, junto con el palacio de Moctezuma II, fue cedido a Cortés por su Majestad Católica del Emperador Carlos V.
En 1562 Martín Cortés, su hijo y heredero, vendió al Rey de España dicho edificio sin incluir el terreno al otro lado de la Acequia Real.
Transcurrido algún tiempo, Martín Cortés regresó a México con ánimos de construir en su terreno, a lo cual la Real Audiencia de la Nueva España se opuso debido a la cercanía con el Real Palacio, que fungía como bodega de armas y artillería.
Esta Plaza tuvo gran importancia, ya que era el lugar perfecto para que filólogos y etnógrafos observaran la interacción de todo tipo de castas y culturas.
Y con un costo de 400 mil pesos comenzaron las obras en noviembre del mismo año.
Únicamente se construyó un edificio en el lado noroeste del terreno, el cual fue demolido con el resto del mercado, en su lugar fue plantado un jardín, mismo que, 40 años más tarde fue retirado para dar paso a la construcción del Palacio de la Suprema Corte de Justicia de la Nación.