Minisubmarinos de la Kriegsmarine

El presente artículo trata de la resistencia desesperada que libra la Kriegsmarine a partir del año 1944, cuando sus grandes navíos han sido reducidos a chatarra por decisión de Adolf Hitler y otros hundidos por la marina y aviación aliada.

La solución consistía en montar dos torpedos G7e, uno encima del otro; al torpedo superior se le retiró la cabeza explosiva y en su lugar se instaló una cúpula transparente y la cabina del único tripulante que cabía en él.

En apariencia eran iguales, pero el Marder era sumergible, lo que hacía más fácil acercarse a los objetivos y soltar su torpedo.

En la práctica, el Hecht tenía una maniobrabilidad muy mala en combate y pronto fue destinado al entrenamiento de las tripulaciones.

Fue rediseñado, agregándosele una batería adicional para darle mayor autonomía; los últimos Hecht se construyeron bajo este diseño y fueron usados únicamente para instrucción.

El Biber (en alemán castor) fue uno de los minisubmarinos más utilizados por la "Kriegsmarine" durante la Segunda Guerra Mundial.

Fueron minisubmarinos unipersonales que se diseñaron para repeler las acciones navales del Día D. La producción de las 300 unidades empezó en 1944.

Cuando este punto quedó claro, los ingenieros navales alemanes se dedicaron a buscar un minisubmarino, basado en la tecnología de los U-Boot tradicionales, dando como resultado el Seehunde.

Hitler, totalmente iluso, sueña con destruir de seis a siete acorazados con esas pequeñas embarcaciones y ordena al almirante Dönitz que la Kriegsmarine actúe como en 1940 en Noruega contra los convoyes ingleses.

Si da en el blanco, regresará intentando ganar la costa y su base varias horas después.

La mayoría no lograron alcanzar el objetivo y los que llegaron, impactaron en dos blancos.

En muchos casos, pasada la sorpresa, ya ni los destruyen, se acercan a ellos y los izan con operador incluido.

En 1942 redactó una memoria en donde se leía que era de la opinión de defender la costa alemana con “armas especiales”; cosa impensable en el Alto Mando, ya que por esa época Alemania iba ganando la Batalla del Atlántico.

Este aparato decepcionó a todos, ya que en la primera prueba se hundió.

En un pequeño bosque aislado perdido en la soledad de Lübeck, los voluntarios se encontraron con una nueva arma, el Biber.

Hacia esa ciudad confluyen dos flotillas integradas por 60 Biber monoplazas, transportadas por distintos caminos en pequeños grupos.

Los norteamericanos aumentan sus precauciones, ya que el frente alemán se encuentra a sólo 5 km del Waal, en la orilla oriental, y colocan cuatro pesadas redes submarinas.

Cinco minutos después, vuela en mil pedazos la primera red, luego la segunda y la tercera.

Tras llevar a cabo esta tarea, regresan para cumplir la misión principal: volar el puente.

Se suceden una serie de explosiones; en principio los alemanes creen haber volado el puente.

Las explosiones escuchadas habían sido producidas por la cuarta red que se mantuvo intacta durante el ataque con las minas.

La ruta que debe seguir se traza cuidadosamente en la carta por experimentados marinos alemanes.

En esos casos, debe buscar un refugio adecuado y esperar hasta la otra marea que le sea propicia: a veces la jornada dura dos, tres y hasta cuatro mareas, aprovechando las corrientes que le son propicias.

Además, hay una vigilancia aérea constante, de modo que los ingleses saben cuándo los Biber se hacen a la mar.

Alguien activó por error el torpedo de un Biber, éste se movilizó, activó y explotó, dando lugar a una gran ola que desprendió el torpedo de otro Biber y volvió a explotar; al final del desastre sólo cuatro o cinco Biber permanecen a flote.

Al principio se creyó, en la confusión, que había sido un ataque aéreo inglés.

Únicamente los que habían abandonado el estanque minutos antes, sobreviven a la violencia de la explosión.

Un incidente análogo, con consecuencias menos graves, ocurre por esta época en alta mar a bordo de un submarino enano del tipo Seehunde.

Estas máquinas no pudieron operar más que los últimos meses de la guerra.

Los ingleses se dan cuenta y comienzan a disparar sobre el objeto no identificado.