El diésel (también conocido como gasóleo, gasoil, dísel[1][2] o ACPM, siglas de «Aceite Combustible Para Motores»)[3] es un hidrocarburo líquido de densidad sobre 850 kg (1874 libras)/m³ o 0.85 g/cm³ a 15 °C (59 °F), compuesto fundamentalmente por parafinas y utilizado principalmente como combustible en calefacción y en motores diésel.
Este tipo de motor se rige mediante el ciclo termodinámico del mismo nombre, que está constituido por una compresión adiabática (no intercambia calor con su entorno), una expansión isóbara, una expansión adiabática y una descompresión isócora.
Al principio eran vehículos muy contaminantes y generaban mucho humo, lo que le valió el sobrenombre de smokers (humeantes).
Esto no solamente ha afectado a los motores, sino que los gobiernos han exigido a los productores de diésel menores cantidades de metales pesados, tales como: plomo, mercurio, cadmio, etc. por sus efectos contra la salud, como el saturnismo, envenenamiento por mercurio y enfermedad itai-itai, respectivamente y otros elementos contaminantes, lo que ha obligado a modificar las fórmulas y los procedimientos continuamente.
Si la demanda de gasolina es mayor que la del diésel, sobrará este último en las refinerías y bajará su precio.
Sin embargo, en estas cuestiones también intervienen los impuestos con los que cada país grava los combustibles.
Cuando el combustible se destina a la calefacción tiene impuestos y un precio final todavía menores.
[15] El consumo de diésel usualmente aumentó cada año en el siglo XXI y alcanzó un nuevo hito en 2022, cuando se usó 12 % más que en 2014.