Si bien crece en gran parte del continente americano, llegando incluso hasta el sur de los Estados Unidos, sólo en la Provincia de Buenos Aires es un árbol clave, dominando ampliamente el ecosistema en el que crece, a tal punto abunda que los mismos bosques son llamados talares.
Esta formación señala la presencia de suelos profundos y sueltos, bien drenados, no inundables, frecuentemente sobre subsuelos arenosos o conchillíferos.
Esta sección también se presentaba en algunos pocos sectores al norte del Riachuelo, específicamente en la margen derecha del valle de inundación del Paraná en su desembocadura, en lomas conchíferas sobre bañados en la zona de Benavidez; estos bosques han sido totalmente transformados en urbanizaciones.
Primeramente fue la destrucción para transformarlos en carbón y leña en una zona naturalmente escasa en estos recursos; posteriormente la drástica reconversión a tierras agrícolas de los bosques próximos a las barrancas, quedando estos limitados sólo al mismo talud de ellas.
Una tercera fase destructiva se presentó al ser esta sona la más poblada del país, por lo que muchos de los bosques terminaron convirtiéndose en barrios.
Finalmente, el peor enemigo resultó ser la dañina invasión de especies arbóreas de origen exótico, las que han logrado desplazar a los elementos nativos en los escasos núcleos forestales remanentes.