El sitio de Malta fue un importante acontecimiento militar sucedido durante la conocida como batalla del Mediterráneo en la Segunda Guerra Mundial.
Era la única base militar británica entre Gibraltar y Alejandría, por lo que su aeródromo era muy utilizado por los cazas aliados.
La mayor parte de las fuerzas terrestres del Eje estaban ocupadas en la invasión de Francia, así que Italia recurrió al bombardeo aéreo para impedir que Malta representase una amenaza.
De esta manera, las pocas aeronaves estacionadas en Malta, tres biplanos obsoletos Gloster Gladiator—que recibieron los nombres de Faith (fe), Hope (esperanza) y Charity (caridad)— tuvieron que volver al servicio.
Italia perdió así una ocasión única, que fue sucesivamente muy lamentada por críticos militares italianos.
Desde entonces y hasta el final del sitio, convoyes con escoltas navales reabastecían la isla.
El piloto italiano Francisco Cavalera dijo: “Malta era realmente un gran problema para nosotros— muy bien defendida”.
La presencia de la Luftwaffe alemana trajo como consecuencia un notable incremento del bombardeo a Malta.
JG 26 se atribuyeron 42 victorias aéreas (la mitad por Müncheberg) sin una sola baja.
A mediados de 1941 se formaron nuevos escuadrones—N.º 185 y N.º 126—y los defensores recibieron los primeros Hurricane Mk II, así como las primeras unidades Bristol Blenheim y Bristol Beaufighter.
Los ataques del Eje sobre Malta experimentaron un declive más tarde en ese año a medida que los limitados recursos alemanes se desviaron a la lucha en el Frente Oriental contra el Ejército Rojo.
Su experiencia en vuelo con Douglas Bader en Europa le hizo adoptar la conocida formación 'finger-four', cuyo objetivo es disminuir las bajas.
El refuerzo de Malta desde portaaviones pasó a ser más frecuente aún durante 1942.
Reino Unido sacó partido de la pausa de los ataques del Eje para incorporar a la isla a 61 Spitfires desde el HMS Furious, lo que mejoró la defensa aérea, aunque la comida, la munición y el combustible seguían siendo muy escasos.