La respuesta inmune adaptativa proporciona al sistema inmunitario vertebrado la capacidad de reconocer y recordar patógenos específicos,[1] generando inmunidad,[2][1] y ofreciendo respuestas más potentes cada vez que el patógeno es reencontrado.
[3] Es una inmunidad adaptiva para que el sistema inmunitario del cuerpo esté preparado para amenazas futuras.
Las células de sistema inmunitario innato, procesan los antígenos y los presentan a los linfocitos en los nódulos linfáticos.
Los precursores de los linfocitos T (timocitos), se generan en la médula ósea, luego viajan al timo donde maduran hasta convertirse, si sobreviven, en los distintos tipos celulares.
El proceso de respuesta inmune adaptativa celular consta de cinco etapas: La primera etapa consiste en la presentación del antígeno a un linfocito T. Este proceso ocurre en la paracorteza del nódulo linfático más cercano al lugar donde el patógeno penetró en el organismo.