El Servicio Universitario del Trabajo (SUT) fue una iniciativa que pretendía facilitar una aproximación entre los estudiantes y el mundo obrero.Un por entonces joven falangista, Manuel Sacristán Luzón, comentaba con entusiasmo la experiencia en la revista universitaria Laye: «El intercambio entre obreros y estudiantes se articula sobre esta rótula sociológica fundamental: la sociedad debe poner al alcance de todos los hombres en cuanto tales, al margen de toda especialización, los medios adecuados para la profundización de la existencia».Desde finales de los años cuarenta, una renovada «sensibilidad social» se había hecho muy palpable en el ámbito universitario, en especial en estas publicaciones del SEU, en las que se expresaba, con cierta ingenuidad, un cierto rechazo y malestar por las desigualdades económicas y culturales y por la evidente separación entre los distintos estratos de la sociedad.Para el partido único, los campos de trabajo resultaban muy atractivos, pues le permitían intentar enlazar con esa parte del discurso populista y obrerista del primer falangismo, así como tratar de ganar algo de prestigio entre los trabajadores y comenzar a construir así una nueva legitimidad.El ejemplo más conocido de esta última actividad fue la experiencia desarrollada, también por iniciativa personal del Padre Llanos, en el Pozo del Tío Raimundo, en el distrito madrileño de Vallecas, aunque el Trabajo Dominical fue igualmente importante en ciudades como Zaragoza, Valladolid, Valencia, Oviedo, Málaga y Barcelona, cuyos paisajes suburbiales fueron evocados por Juan Goytisolo en su novela Fiestas.Como relataba Javier Pradera al recordar su primer encuentro con Enrique Múgica, por entonces militante del clandestino Partido Comunista (PCE) y dedicado a intentar crear una red de contactos en la Universidad, «si yo hubiera conocido a Enrique antes de ir al campamento de las Hurdes, no habría sido lo mismo que después».Junto a su importancia en la consolidación del PCE, hacia el que también se acercaron los antiguos sutistas Ramón Tamames y Jesús López Pacheco, el Frente de Liberación Popular contó igualmente entre sus filas con varios de sus antiguos participantes, como Alfonso Carlos Comín, Manuel Vázquez Montalbán y Nicolás Sartorius.