Un día el amo se desmayó al ver que el instrumento de labranza realizaba la labor solo, mientras el santo oraba.
Cercano a la muerte pidió a sus parientes y amigos: “después de mi muerte pondréis mi cuerpo sobre la caballería que tengo, y aquel sitio donde Dios la condujera, allí me dejaréis”.
Por otro lado, según las crónicas, San Fausto dedicó una parte importante de su vida a predicar en tierras sarracenas.
Existen otros anacronismos y, sin embargo, el nombre "Fausto" (afortunado, próspero), tan latino, parece confirmar una cronología temprana.
En la actualidad, los pueblos que realizan rogativas a San Fausto son: