Sin embargo, en puridad, no hubo casta sacerdotal en la Antigua Roma, y en cierto sentido, todo ciudadano era un sacerdote cuando presidía el culto doméstico en su hogar.[3] Sólo los sacerdotes eran "expertos" o "profesionales" en los actos religiosos pues, incluso los sacrificios más comunes se hacían siguiendo unas reglas minuciosas que no era posible observar sin un conocimiento muy preciso de los ritos específicos y sin contar con una experiencia contrastada.También los sacerdotes publici populi romani no solo se encargaban de controlar o supervisar el culto público, sino también las ceremonias religiosas privadas.A diferencia de los magistrados y los pater familias, eran designados, siguiendo unos modos precisos de nombramiento, para desempeñar las funciones litúrgicas que, como sacerdotes, tenían que realizar, pero también con derechos y privilegios determinados.[4] Los sacerdotes romanos (sacerdotes publici populi romani), que probablemente fueron originalmente nombrados así por el rey, fueron denominados durante la República romana: Durante el Imperio, cualesquiera que fuesen las reglas teóricas y oficiales, de hecho, las nominaciones dependían de la voluntad imperial.
Oficiante romano encargado de un sacrificio con hacha.