Los epulones o septenviros [a] fueron el último de los cuatro colegios sacerdotales de la Antigua Roma.
Dirigían los épulos, o convites, que se hacían a los dioses para aplacar su ira y tenían cuidado de advertir los defectos o faltas ceremoniales que se cometían en los sacrificios.
Su fundación tuvo lugar en el año 196 a. C., siendo cónsules Lucio Furio Purpúreo y Marco Claudio Marcelo, a propuesta del tribuno de la plebe Cayo Licinio Lúculo.
En tiempo de Lucio Cornelio Sila, según Panvinio creció el número hasta siete, a los que se denominó septemviri epulonum, y Julio César aumentó su número hasta los diez, siendo él mismo nombrado epulón en el 46 a. C. A su muerte se redujeron de nuevo a siete.
De este oficio se halla alguna memoria en inscripciones romanas y en una medalla de la gens Cecilia, en la que se ve a Júpiter recostado en el lectisternio como se lo figuraba en el convite.