Roque Centeno Ordóñez

Roque Centeno Ordóñez (1568-1641) fue un almirante español que intervino en la guerra contra Inglaterra y Holanda.

Los ingleses no descansaban siendo sus ataques continuos a las Flotas de Indias, en esta ocasión eran los ingleses Monson y Lewson, Brochero consiguió hacerlas llegar a España, en la misma situación que la anterior vez.

En el año de 1604, al fallecer don Alonso de Bazán (hermano de don Álvaro y sucesor en la capitanía general del mar océano), fue nombrado capitán general del Mar Océano don Luis Fajardo, pasando Roque Ordóñez a estar a sus órdenes.

En 1605 cruzó la escuadra el océano para perseguir en aguas de las Antillas y suelo mexicano a los corsarios, donde se mantuvieron varios combates y por un tiempo acabando con la plaga constante de estos.

[5]​ Ese mismo año, en las salinas de Araya, en la costa de Cumaná, rindió la escuadra del océano a diecinueve urcas que estaban cargando de contrabando, se le dio fuego a los buques, fueron degollados sus capitanes y dotaciones, por último a uno que se auto denominaba ‹ Príncipe de las Salinas › se le puso un cabo al cuello, siendo ahorcando.

En el mes de junio de 1606, se enfrentó la escuadra del Océano, formada por veinte galeones y naos, contra una holandesa al mando del almirante Hautain con cuatro buques más, tras duro combate resultó vencida la escuadra bátava, consiguiéndose que dejaran libres las aguas de la costa portuguesa por un tiempo.

Al día siguiente hizo una presa turca y otra a los pocos días.

A los dos días avistó Larache y después de soportar un fuerte temporal, desembarcaron en la Mámora el día cinco, al sur de Larache a la boca del río Sebú, donde tenía su guarida el corsario Muley-Cidán con su escuadrilla y proporcionaba apostadero a los holandeses; puerto que ya se había cegado sin resultado definitivo.

El almirante holandés al ver la poca fuerza que se le ofrecía no dudo en adoptar la formación de media luna, dejando a su popa a los mercantes, con la orden de que con el fragor del combate todos los enemigos estarían ocupados y ellos aprovechar para pasar fuera de su alcance para ponerse a salvo.

[5]​ Los enemigos desembarcaron muy rápidamente al lado del fuerte de Puntales, pero al ver las fuerzas que les esperaban estuvieron dubitativos a pesar de ser superiores, pero nada más poner pie en tierra fueron recibidos con descargas cerradas de arcabuces, lo que causó grandes pérdidas a los asaltantes, esto todavía les hizo dudar más y en vez de mirar a los españoles se miraban entre ellos, este detalle visto por su jefe lord Wimbledon, le forzó a tomar la decisión de convocar Consejo de Guerra y se acordó realizar el reembarque, ya que las esperanzas depositadas en la sorpresa, no fueron tales y al parecer esto los acobardó, pues ya daban por segura la victoria y lo que tenían enfrente se lo impedía, precisamente al estar todas las dotaciones de los buques, la reacción fue mucho más rápida en formar y proteger la zona, con esta circunstancia no habían contado los enemigos siendo la causa principal de abandonar el terreno y las aguas.

Ante esta reacción don Roque se dio por satisfecho al poder ir represando a todos los buques, a los que trasbordaron pilotos y marineros, regresando con ellos a sus puntos de fondeo, llevándose una gran acogida por el pueblo y el agradecimiento sobre todo, de los capitanes y mercaderes que en ellos tenían sus intereses.

Batalla de Gibraltar, 10 de agosto de 1621, victoria de la Armada Real sobre la escuadra holandesa.
La defensa de Cádiz ( Zurbarán ) 1634. (302 x 323 cm), Museo del Prado, Madrid . El de la derecha es Roque Centeno Ordóñez