Rizartrosis

[1]​[5]​ Está estrechamente relacionada con la obesidad y suele desarrollarse en edades avanzadas, siendo mucho más frecuente en mujeres que en hombres.

Su trabajo se vería resumido en una monografía, publicada en 1742, en la que hace una especial mención a la articulación trapecio-metacarpiana, describiéndola como una «articulación-interruptor»,[nota 1]​ y mencionando su mayor propensión a sufrir cambios degenerativos.

[6]​ La primera publicación científica que abordaba directamente este aspecto degenerativo propio de la articulación data de 1936, por parte del radiológo Paul Robert, que ejercía en el Établissement Thermal d’Aix-les-Bains.

Aunque en la publicación de tres páginas no había imágenes radiográficas mostrando rizartrosis, Robert hizo una descripción en detalle de la anatomía del hueso trapecio, mencionando su concavidad en el plano transverso y su convexidad en el plano anteroposterior.

Siendo también más común en mujeres que en hombres en una proporción de 6:1, especialmente tras la menopausia.

[5]​ En fases más avanzadas, la base del metacarpo del pulgar puede verse más pronunciada, en ocasiones unida a inestabilidad y crepitación en el movimiento de la articulación.

[5]​ Se ha visto que las personas cuyas profesiones impliquen la realización diaria de movimientos repetitivos con la articulación trapeciometacarpiana son más propensas a padecer la enfermedad.

Se ha descrito una mayor incidencia de rizartrosis en trabajadores textiles, mecanógrafos, sastres o modistas.

La articulación trapecio-metacarpiana de los hombres es más congruente que la de las mujeres, por la forma específica que poseen sendas superficies del hueso trapecio y la diferencia en tamaño en ambos sexos.

El tratamiento de la rizartrosis ha evolucionado considerablemente en las últimas décadas, especialmente en cuanto a técnicas quirúrgicas.

En general, el tratamiento tiene como objetivo reducir el dolor, recuperar la estabilidad de la articulación y proporcionar movilidad, así como ganar fuerza en las estructuras periféricas a la misma.

Por ello, a menudo se indica su uso únicamente en procesos inflamatorios agudos.

En esta fase, la rizartrosis afecta sobre todo a los principales ligamentos estabilizadores de la articulación trapecio-metacarpiana.

Imagen radiográfica antero-posterior mostrando signos de rizartrosis severa con subluxación de la articulación en una paciente de 87 años.