[1] Mientras el primer Presidente del Reich, el socialdemócrata Friedrich Ebert hizo un uso discreto y moderado de estas competencias, después de la muerte de este, en 1925, fue elegido presidente el anciano y políticamente poco experto Paul von Hindenburg, quien había sido jefe del Estado Mayor alemán durante la Primera Guerra Mundial y se declaraba a sí mismo monárquico.
En 1932, Hindenburg fue reelegido en las elecciones presidenciales, derrotando a Adolf Hitler, su principal contendiente.
Para exigir dicho referéndum, el Reichstag tuvo que aprobar una moción respaldada por al menos dos tercios de los votos emitidos en la cámara.
Si tal propuesta de deponer al presidente fuera rechazada por los votantes, se consideraría que el presidente había sido reelegido y el Reichstag se disolvería automáticamente.
El Presidente no podía ser miembro del Reichstag (parlamento) al mismo tiempo.
Sin embargo, el político liberal nacional Gustav Stresemann persuadió a los otros partidos centristas de que la situación todavía era demasiado turbulenta para celebrar elecciones.
Hitler asumió los poderes del jefe de Estado, pero no usó el título de presidente hasta su propia muerte, cuando nombró a Karl Dönitz su sucesor como presidente en su última voluntad y testamento político final.