[1] Rathenau tenía dieciséis años cuando su padre fundó la AEG y, tras sus estudios universitarios, estuvo trabajando en varias empresas electroquímicas lejos de Berlín, tanto en Alemania como en Suiza.
Tanto su origen judío como su riqueza provocaron hostilidad, dado que en su época la judeofobia estaba a la orden del día.
En todo el Imperio alemán no había en esa época un solo oficial del ejército que fuera judío.
Esa mañana Rathenau conducía su auto desde su casa en Grunewald al Ministerio de Asuntos Exteriores en la calle Wilhelmstrasse, como (predeciblemente) hacía todos los días.
Kern abrió fuego contra él con un subfusil MP18 a muy corta distancia, tras lo que Fischer lanzó una granada de mano.
Una vez que Hitler llegó al poder en 1933, hizo erigir un monumento conmemorativo a los asesinos de Rathenau.
[6] Posteriormente, ha sido probado que este relato es completamente falso y simplemente responde a la imaginación de George W. Herald, periodista estadounidense.
Thomas Pynchon escribió en El arco iris de gravedad: “Rathenau –según las historias– fue profeta y arquitecto del Estado corporativo.
Su padre, Emil Rathenau, había fundado la AEG, la compañía General Electric Alemana, pero el joven Walther era algo más que un simple heredero industrial: era un filósofo con una visión del Estado de la posguerra.