Además se establecieron los colores negro, rojo y dorado como símbolos de la Gran Alemania, que en teoría debía incluir a Austria, aunque esto no se hizo inmediatamente debido a que el Tratado de Versalles no lo permitía.
El Reichstag, al igual que en otros sistemas parlamentarios, tenía el monopolio del poder legislativo a nivel nacional y era la fuente de toda la autoridad ejecutiva.
La Constitución reconoció la autonomía de los antiguos estados alemanes unificados en 1871, considerándolos como provincias (Länder) con ciertas competencias a nivel interno pero cuyas interrelaciones quedaban reguladas por un gobierno central en Berlín.
Del mismo modo, se instituyó el Reichstag como parlamento nacional elegido por sufragio universal, mientras que para corregir desigualdades debidas a la diferente población de los Länder se creó el Reichsrat, un Senado o cámara de representación territorial.
Por dicha razón, se permitió que el presidente del Reich pudiera destituir válidamente al canciller incluso si el Reichstag lo sustentaba con sus votos.