La refrigeración en motores de combustión interna es necesaria para disminuir el calor generado por la quema del combustible superior a 2000 °C (3632 °F) y no transformado en energía mecánica, durante el funcionamiento de estos.
Lo más usual es una mezcla de etilenglicol y agua en diferentes proporciones, según la temperatura ambiente.
Para esto se requiere poca resistencia a la circulación del refrigerante.
Este sistema ya no se utiliza debido a las restricciones de capacidad térmica, posicionamiento y volumen.
Al circular el refrigerante por el panel del radiador, intercambia el calor con el aire de la marcha, o forzado por un ventilador.
La bomba es accionada generalmente mediante correas y poleas, que, en algunos casos, también hacen girar el ventilador.
En los sistemas más modernos, el ventilador es movido por un motor eléctrico comandado por un termocontacto y entra en funcionamiento solamente cuando la temperatura del líquido lo requiere.
En el otro extremo del árbol va montado un cubo al cual se une la polea de mando, y el ventilador.
Este motor es comandando por un termostato que se encuentra en el bloque de cilindro o en la culata en contacto con el agua, de tal manera que al alcanzar esta una temperatura determinada, cierra el circuito eléctrico poniendo en marcha el motor y el ventilador.
A su vez, se agregan inhibidores para evitar el efecto oxidante y también para disminuir el punto de congelación.
Cuando se produce el vacío interno, el líquido procedente del depósito de expansión pasa al radiador, con lo cual se restablece el circuito sin perdida de líquido en el mismo por condensación.
Las ventajas de este sistema son: casi nulo mantenimiento, seguridad al no tener casi partes móviles ni agua, rápido alcance del equilibrio térmico, Las desventajas son: motor ruidoso, regulación delicada, tendencia al recalentamiento a bajas velocidades.
Suzuki GSX 750) se ha empleado con éxito el propio aceite del motor como elemento refrigerante principal.