Trataba de poner fin al penoso estado en que se hallaba el país respecto a formación cultural.
Previamente, el actor Isidoro Máiquez (1768-1820) había denunciado el panorama actual y expuesto la necesidad de una formación teatral.
Los primeros maestros eran compañeros de Máiquez: Joaquín Caprara, Carlos Latorre y José García Luna.
Estos dos últimos recibieron el título de «Don», algo poco usual entre actores y cómicos.
Julián Romea, discípulo de Don Carlos Latorre, destacará en la escuela a mediados del siglo XIX.
Tras la Revolución de 1868, que destrona a Isabel II, es nombrado director provisional del Conservatorio Baltasar Saldoni.
En octubre de 1925 aparece una gran grieta que rompe la instalación del agua, siendo necesario el desalojo.
Más tarde el Conservatorio se trasladó al palacio del banquero Bauer, en la calle San Bernardo.
Desde 1966 hasta 1990 la sede permanece junto al Conservatorio Superior de Música en el Teatro Real.
Por tanto se vuelve a llamar Real Escuela Superior de Arte Dramático.