También entre pueblos tan diversos como el gitano en Europa, los Hmong en Asia o los Tzeltal en México.
Existe, con todo, un continuo entre ambos fenómenos, puesto que el rapto masivo de mujeres puede igualmente dar lugar a violaciones o matrimonios forzados, como ha ocurrido por ejemplo en 2014 a mujeres raptadas por grupos islamistas como Boko Haram y Estado Islámico.
Aunque las motivaciones que llevan al rapto de la novia varían en función de la región, las culturas que tradicionalmente han empleado el matrimonio por secuestro suelen tener un carácter patriarcal y un fuerte estigma sobre el embarazo fuera del matrimonio y los nacimientos ilegítimos.
[2] En ciertos sistemas legales, el consentimiento de la mujer no es un factor a tener en cuenta para dar validez al matrimonio.
[5] Igualmente el hombre probablemente ofrezca dinero, una vaca o algún bien en reparación para la familia de la novia.
Este abandono es especialmente grave pues la mujer queda sin apoyo ninguno e imposibilitada para encontrar otro matrimonio.
[10] El secuestrador probablemente esconda a su esposa y la viole hasta lograr que se quede embarazada.
[15] Por supuesto estas mujeres están mucho más expuestas a enfermedades de transmisión sexual como el sida.
La práctica solía consistir en un hombre que secuestra a una mujer por la fuerza y la viola para provocar un embarazo.
Pese a que este modo de matrimonio era mucho más habitual entre finales del siglo XIX y los años 60 aun hoy se registran casos ocasionales.
Aunque la edad mínima legal para el matrimonio es de 18 años, en la práctica esta ley no se cumple.
[18] El rapto de mujeres también ocurre en Sudán del Sur, entre etnias como los dinka y los atwok.
Ella misma se ríe cuando explica cómo su marido y el hermano de éste la raptaron.” (Shiakh-Eldin, 2007, p. 27).
Una vez allí los familiares del novio intentan convencer a la mujer para que acepte el matrimonio y se coloque en la cabeza el jooluk, un pañuelo ceremonial de boda, que simboliza su aceptación del matrimonio.
Igualmente, las familias suelen utilizar la fuerza o amenazar con maldecir a la mujer si decide irse.
[30] También se producen casos en los que la familia mantiene a la mujer como rehén durante varios días para debilitar su voluntad.
Igualmente la familia de la mujer secuestrada tomará parte, ya sea presionando a la mujer para que acepte casarse ( si considera el matrimonio como ventajoso) o, por el contrario, urgiendo para su liberación si se oponen al matrimonio.
[30] Este enorme estigma social va asociado a la mujer aunque rechace casarse y, muchas veces, las mujeres raptadas sienten que no tenían opción más allá de aceptar.
Al igual que con el pañuelo, la mujer puede resistirse a este paso con firmeza.
Aunque algunas delegaciones de disculpa se cumplen cordialmente, otros son recibidos con ira y violencia.
[59] En Azerbaiyán, tanto el matrimonio por captura (qız qaçırmaq) y la fuga (qoşulub qaçmaq) son prácticas relativamente comunes.
[64] Como en otros países, los secuestradores pueden raptar a sus parejas, mujeres conocidas o incluso extrañas.
Sin embargo, éstos pueden no estar de acuerdo con ello o con las condiciones del matrimonio (la compensación económica).
Una vez en el coche, la víctima puede ser llevado a un área remota o la casa del captor.
Después de muchos regateos y discusiones, los incursores asignan las mujeres cautivas como esposas a guerreros particulares.
Una de las historias más aterradoras sobre los yanomamo es la relatada por Helena Valero, una mujer brasileña capturada por un grupo incursor cuando tenía diez años.
Resultó herida dos veces por flechas con puntas envenenadas con curare, y tuvo varios hijos antes de lograr huir finalmente a un centro misionero situado en el río Orinoco.”[83][84][85]Más al sur, algunos pueblos cazadores y recolectores de Sudamérica meridional, en el extremo Sur (Tierra del Fuego) igualmente practicaban el matrimonio por secuestro, aunque en estos casos la práctica ya no sigue vigente en la actualidad:“Otra forma de procurarse esposa para el cazador selknam consistía en el rapto de mujeres de otros grupos...”[86]“Los selk’nam se organizaban en pequeños grupos familiares patrilineales que conformaban un linaje unido por consanguinidad, compuesto por 25 individuos, aproximadamente.
Los distintos grupos selk’nam estaban relacionados directamente con un territorio específico, que consideraban de su propiedad.
La territorialidad selk’nam era fuente de belicosidades entre los mismos grupos y los enfrentamientos entre ellos era un fenómeno frecuente.
Se comparte mucho y ambas familias atienden los futakeche (mayores) que conversan, porque es importante apoyar al nuevo kürewen.