Quitinizoos

[1]​ Estos organismos milimétricos, comunes desde el Ordovícico hasta el Devónico (es decir, el Paleozoico medio), abundan en casi todos los tipos de sedimentos marinos del planeta.[2]​ Esta amplia distribución y su rápido ritmo de evolución los convierten en valiosos marcadores bioestratigráficos.Los organismos se han ido comprendiendo mejor a medida que las mejoras en microscopía han facilitado el estudio de su fina estructura, y se ha sugerido que representan los huevos o la fase juvenil de un animal marino.Su anatomía se basa en la cámara ancha, una región radialmente simétrica que comprende una cavidad central recubierta por dos capas de una sustancia similar a la quitina.La cámara se estrecha hacia la abertura principal (la apertura), aunque un tapón circular impide el contacto directo entre la cavidad central y sus alrededores.El borde de la apertura, conocido como collarín, suele tener una forma o textura distintiva.La descripción original de los quitinozoos realizada por Alfred Eisenack los clasificaba en tres familias, que abarcaban siete géneros,[10]​ basándose en criterios morfológicos.Posteriormente, los órdenes se revisaron para ajustarse mejor a la taxonomía linneana, colocando los organismos emparentados más próximos entre sí.Sin embargo, este factor significa que las situaciones que favorecen la conservación de uno también tenderán a preservar el otro, y las técnicas de preparación utilizadas para extraer los fósiles también favorecerán o desfavorecerán a los dos grupos por igual.[7]​[8]​ La hipótesis lucha por explicar la continua abundancia de quitinozoos después del Devónico medio, cuando los graptolitos se volvieron cada vez más raros.La mayoría de los organismos presentes en el esquisto pueden descartarse por diversas razones,[5]​ pero los gusanos poliquetos, los conodontos Promissum y los cefalópodos ortóxidos siguen siendo candidatos probables.[8]​ Además, no se encuentra en este reino ninguna analogía con la envoltura del capullo.Aunque en algunos casos parece probable que tuvieran una función defensiva, al hacer el recipiente más grande y, por tanto, menos digerible para los posibles depredadores, no es imposible que las protuberancias anclaran los organismos al fondo marino.Por otra parte, las paredes de algunos quitinozoos eran probablemente demasiado gruesas y densas para permitirles flotar.[2]​ Los quitinozoos también se vuelven más raros en aguas menos profundas, aunque lo contrario no es necesariamente cierto.Además, están ampliamente distribuidas y aparecen en diversos entornos de depósito marinos, lo que facilita su correlación; mejor aún, a menudo pueden reconocerse incluso en rocas muy metamorfoseadas.Sin embargo, la convergencia de la forma morfológica en ambientes similares lleva a veces a la identificación errónea de una especie en varias zonas separadas por grandes diferencias espaciales y temporales, pero que comparten un ambiente deposicional similar; evidentemente, esto puede causar grandes problemas si se interpreta que los organismos son la misma especie.[7]​ Los quitinozoos más antiguos que se conocen parecen ser restos fosfatizados, en principio pertenecientes al género Eisenackitina.
Las imágenes del microscopio electrónico de barrido, como la del taxobox, son mucho más esclarecedoras que las tomadas con luz transmitida.
Los quitinozoos pueden haber sido graptolitos inmaduros.
Los quitinozoos podrían representar sacos de huevos de gasterópodos.
Coral fósil silúrico de Gotland