[1] Inicialmente designaba «la quinta parte de la producción» que el arrendatario (llamado quintero) entregaba al dueño de una finca; pero más tarde se aplicó la denominación de quinta a esa misma finca rústica, incluyendo sus palacios o casas solariegas, parques y granjas.
Inicialmente, ya en el siglo XVI el término quinta aludía a la quinta fracción de terreno que un adelantado, como representante de la corona, adjudicaba a un nuevo vecino español o mancebo de la tierra; estas «quintas» pasaron a ser huertas con alguna vivienda adjunta.
En un ámbito más popular, el término «quinta» puede usarse para denominar una pequeña parcela de terreno o huerta donde se cultivan frutales u hortalizas, a veces formando parte de una propiedad o vivienda, aunque ésta se encuentre en una ciudad.
Colindante a la casaquinta estaba la parcela, fundo o chacra destinado al pastoreo.
Su uso mezclaba, a imagen y semejanza de los sitios reales de los monarcas españoles, aunque a una escala menor, los espacios de recreo o descanso y retiro, con someras plantaciones, pequeños parques y explotaciones agrícolas, extendiéndose hasta finales del siglo XIX.