Probablemente, estos quinchos o cercos estaban confeccionados con paja, aplicándose el término, con el tiempo, también a los techos realizados con este material.
Con el tiempo la técnica se perfeccionó por la práctica con los quinchadotes que fueron legando a las nuevas generaciones su experiencia y secretos propios del oficio.
Crece naturalmente en los humedales, en los que se hallan enormes pajonales formados por distintas especies: cortadora, espadaña, totora, arrocillo, etc.
Es común verlos extendidos en el suelo al pie de la obra o formando parvas para su mejor ventilación.
Cuando está bien construido el agua no pasa de los primeros centímetros por la cera natural que posee la paja en su madurez.