Aunque su origen se remonta a culturas preincaicas, la red vial alcanzó su mayor desarrollo durante el auge del Tahuantinsuyo.
Desde estos ejes, una serie de caminos secundarios interconectaban los territorios del imperio, facilitando no solo el transporte de personas y bienes, sino también la integración política, administrativa, socioeconómica y cultural del Tahuantinsuyo.
Gracias a su gran extensión geográfica, la red vial permitía la conexión de localidades distantes, como Quito, Cusco y Tucumán, lo que facilitaba la movilidad dentro del Imperio.
El inicio de las grandes obras viales fue llevado a cabo por orden expresa del Inca Pachacútec.
[13] Según lo señala Juan de Betanzos, antes de que Pachacútec iniciase su gobierno se lo observaba pintando y dibujando caminos y puentes, especificando a los orejones cuzqueños la manera en que debían ser construidos.
[13] La construcción de puentes se hacía indispensable debido a la realidad geográfica andina.
La fibra para los puentes era variable según la región, podían ser de mimbre, tasca (Escallonia patens), lloque (Kageneckia lanceolata), ichu (Stipa ichu) o chachacomo (Escallonia resinosa); en algunas zonas se utilizó el denominado «arbusto de Chilca» (Baccharis latifolia).
En las zonas en donde no había arbustos también se utilizó el maguey (Furcraea andina), fibra que también fue conocida como «pita» o «cabuya».
En algunos casos los puentes tuvieron troncos tendidos para facilitar el tránsito en la mayor de las veces tenían fibras tejidas o entrelazadas.
Bernabé Cobo describe que estas "tarabitas" se hacían con cuerdas de ichu o lianas tan gruesas como una pierna.
Se crearon cuatro caminos principales: Salía del Cuzco, une los pueblos de Palpa (Ica), Nazca (en el centro de Perú), Lima, Huarmey, Reino Chimú, Los Tallanes (Piura), Ayabaca, Tumbes (Playa Hermosa-Estero la Chepa y en la frontera Perú-Ecuador), Quito (Ecuador), y hasta el río Ancasmayo o Pasto (Colombia).
Sale del Cuzco, une los pueblos de Vilcashuaman, Jauja, Tarma, Huánuco, Pincosmarca, Huaritambo, Maraycalle, Tambo Real de Huancabamba, Piscobamba, Siguas, Conchuco, Andamarca, Huamachuco, Cajamarca, Chachapoyas, Tumibamba, Loja, Quito (Ecuador), y hasta el río Ancasmayo o Pasto (Colombia).
Sale del Cuzco, une los pueblos de Juliaca, Chucuito, Chuquiago, La Paz (Bolivia), pampas de Tucumán (Argentina), Puente del Inca, Mendoza (Argentina), y Santiago (Chile) para retornar a Cuzco (Perú).
[13] El camino del inca se encuentra empedrado en gran parte y tiene varios metros de ancho.
En el caso del camino costero, no estaba empedrado pero sus bordes se encontraban delimitados.
[13] Los cronistas españoles describieron con elogios el Qhapaq Ñan, algunos exaltaban su «excelente» funcionamiento mientras que otros destacaban su rectitud en algunos tramos y su limpieza, añadiendo que podían cubrir grandes distancias en corto tiempo y con un esfuerzo mínimo.
El trazo dependía en gran medida de factores como la densidad poblacional de las zonas que se iban a conectar o la importancia económica del sitio al que se dirigía el camino.
[13] Las comunicaciones entre una y otra punta del imperio estaban a cargo de mensajeros llamados chasquis.
En una iniciativa conjunta, Argentina, Bolivia, Chile, Colombia, Ecuador y Perú han venido realizando gestiones para lograr que este gran sistema caminero inca fuese considerado Patrimonio Cultural de la Humanidad.
[11] Diferentes organizaciones, como la Unesco, IUCN y Conservación Internacional han empezado a trabajar en el camino, promoviendo acciones de emergencia para su protección en colaboración con los seis países por donde pasa la Gran Ruta Inca.
[17] Las 14 secciones del camino designadas por Argentina y 33 sitios que van asociados a esta red de caminos,[18] son una prueba de la integración multicultural y ecológica sin precedentes en la historia del mundo, incluyendo los desafíos logísticos que implicaron su construcción.
Este sitio aún cuenta con ´poderosa aguas termales sulfatadas que según la leyenda, eran utilizadas por la familia real para tomar baños reconstituyentes.
El camino del inca en Bolivia se extiende a través de mesetas, valles, punas y cordilleras, atravesando diferentes pisos ecológicos en ruta que en muchos casos siguen en uso con fines turísticos.
[20] Las sendas que conforman la red vial surcan la menos 15 municipios contemporáneos ubicados también en valles tropicales cálidos y húmedos.
[29] En Nariño, las comunidades asociadas al camino lo han mantenido vivo mediante las memorias de sus usos y costumbres.
[30] Los aspectos sobresalientes del camino del inca en Ecuador son las rutas y las técnicas de construcción utilizadas para cruzar un sistema orógeno complejo como es la sierra ecuatoriana desde el Nudo de Azuay hacia el norte.
A lo largo del camino se encuentran varias ruinas de distintas fortificaciones en relativo buen estado, que dominan visualmente todos los valles.
La mejor época para realizar el trekking es durante la estación seca (entre abril y octubre).