Estas calles fueron en su mayor parte, sede de la antigua población marinera cuando aún no se había trasladado al Barrio Pesquero.
Pero fue la dársena la que dio el nombre a esta popular zona urbana de Santander.
Rafael González Echegaray escribió al respecto: Al ser el lugar de atraque y amarre de las embarcaciones pesqueras, gozó de un tipismo que no pasó desapercibido a los artistas y escritores del siglo XX, que como José Gutiérrez-Solana o Pancho Cossío, pintaron escenas del desembarco de la pesca y a los rudos marineros, remo al hombro, camino del muelle, donde las pescadores realizaban el trasladado hasta la almotacenía, inaguruada en 1895 y situada en pleno corazón del barrio.
En torno a estas calles se instalaron mesones, en los que el plato especial de la casa eran las sardinas asadas o la marmita de bonito.
Con el tiempo, Puertochico no perdió la importancia que tuvo antaño y al ser conquistada la ciudad por las fuerzas franquistas se instaló el Gobierno Civil en la casa primera de Castelar, donde estaba el Banco Vitalicio.