En 1789 Floridablanca reflejó en un documento la división de la península y las islas cercanas en 38 entidades provinciales.
Estos intentos los llevaron a cabo las juntas mencionadas durante el siglo XVIII.
Por otro lado, Castro Urdiales no había sido siquiera invitada a la primera junta en Puente San Miguel (entonces Bárcena la Puente), pues en ese momento sus intereses le llevaban a buscar el apoyo de los vizcaínos.
En 1792 Santander, que aún no se había unido a la provincia, impuso para adherirse, desde la figura de Antonio Cordero, tres condiciones ante la corte: Recomendó también, aunque no exigió, que la provincia se llamase Santander en lugar de Cantabria.
Por otra parte, Santander retrasó desde el principio su adhesión, pues quería arrebatarle la capitalidad al pequeño pueblo de Bárcena la Puente.